En el barrio Modelia, en Fontibón, un adolescente de 14 años logró ubicarse detrás de Miguel Uribe Turbay, desenfundó su Glock 9 mm, apuntó y le disparó entre la cabeza y el cuello al senador colombiano, quien en ese momento respondía las preguntas del público que lo escuchaba con atención. Un muchacho de 14 años es muy joven para ser sicario y cumplir con la tarea de asesinar a un senador de 39 años. También joven para asumir las responsabilidades propias de esa otra parte del poder legislativo, que congrega a experimentados parlamentarios. Pero la pasión política arrostra los desafíos, está por encima de los miedos y de las historias familiares, signadas por crímenes atroces. Perpetrados por redes criminales del narcotráfico, de la narcoguerrilla y de otras organizaciones no menos violentas, que todavía siguen siendo una amenaza para la democracia en este subcontinente.
En Colombia la pasión política y la frialdad criminal siguen, asimétricamente, enfrentadas. En un paneo rasante por esta dicotomía, es menester recordar el asesinato de figuras prominentes, como Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, hecho que desató el “bogotazo”. En la década de los años 90 la violencia se cobró la vida de Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. La madre de Miguel, la periodista Diana Turbay, hija de Julio César Turbay Ayala, presidente de Colombia (1978-1982), fue secuestrada por narcotraficantes. Durante el operativo de rescate -en enero de 1991 en Antioquia- la asesinaron.
Diana Turbay dirigió la revista X Hoy y el noticiero Criptön en la convulsa Colombia de aquellos años. Durante el gobierno de su padre se registró un incremento de las actividades de la guerrilla, en especial del M-19 y de las FARC. No obstante, Turbay anunció una amnistía que beneficiaba a estos grupos subversivos, justo antes de entregar la presidencia al conservador Belisario Betancourt Cuartas.
El secuestro de Diana Turbay formó parte de la campaña de terror de los “extraditables”. Aquel grupo de narcotraficantes que se negaban a ser enjuiciados en Estados Unidos. El impacto de este crimen fue de tal magnitud que García Márquez publicó Noticia de un secuestro que, rápidamente, se convirtió en bestseller.
La herencia maldita de la violencia diseminada por narcos, guerrilleros, pistoleros, autodefensas, sicarios, et al, me hace recordar a las matrioskas rusas, contenidas unas dentro de las otras por orden de tamaño. En este caso se anidan interesas, ambiciones, codicias y avaricias entre los protagonistas, en una danza de la muerte que no parece tener final.
El sábado 7 de junio Miguel Uribe Turbay estaba en la diana de la red de asesinos que buscaban el momento oportuno para matarlo. De manera inexorable, una parte del plan se cumplió al pie de la letra. Pero el senador no murió y sigue luchando por su vida. Como siempre lo ha hecho. Hasta convertirse en uno de los precandidatos presidenciales de Centro Democrático, partido fundado por el ex presidente Álvaro Uribe.
Miguel pudo irse de Colombia, pero decidió quedarse. Se formó como abogado y realizó estudios de posgrado en administración pública, siempre enfocado en su vocación política. Su presencia digital es muy activa y usa las plataformas para conectarse con la juventud. Defiende el libre mercado y apuesta por la reducción del Estado en la economía. Ha centrado su discurso en temas neurálgicos como la seguridad ciudadana y contra de la criminalidad. Y, como es fácil colegir, es un opositor puntilloso, valiente y frontal, con una sólida, auténtica y demostrable formación académica.
El atentado contra Miguel Uribe Turbay ha despertado todo tipo de temores no sólo en Colombia, sino en el resto del continente y en el mundo en general. Es previsible que se produzca una escalada de violencia, cuya onda expansiva puede afectar, en primer lugar, a los países vecinos. La multiplicidad de actores y de intereses en juego, son combustible suficiente para incendiar la pradera. Lo de la “paz total” y la “política del amor” constituyen un juego de palabras, cuyo contenido real es decodificado, estrictamente, en sentido contrario, tanto por su emisor como por los receptores a quienes va dirigido el mensaje.
Agridulces
El dólar rompió la barrera de los cien bolívares. Esto seguirá palo abajo, y nuestros exiguos y menguados recursos económicos seguirán desapareciendo en las cañerías de la inflación.