Cualquier sobreviviente del socialismo del siglo XXI es aguijoneado por preguntas que saltan desde la intimidad de sus privaciones y precariedades. Muchas danzan entre nuestras raquíticas neuronas, pero están condenadas a quedarse en el limbo de un infructuoso interrogatorio, que jamás tendrá respuesta. Una de las últimas empezó en diciembre y sigue interpelándome hasta estos primeros días de 2024. La cuestión tiende un puente entre la muerte del petro y el día del educador. Que me obliga a preguntarme sobre cómo se hubiese incrementado el sueldo de los docentes, con la orgía de dólares que fueron dilapidados en un capricho criptoactivo. Cuyo fracaso estuvo cantado desde que fue anunciado con fuegos artificiales por la élite dominante.
El zurdaje -multinacional y pluricultural- congrega a vagos de todo pelaje que nunca se han ganado un dólar con el sudor de su frente. Por lo mismo carecen de escrúpulos cuando manejan, discrecionalmente, el erario público de los países que toman por asalto. De tal manera, que su “gestión del poder” se centra en obtener los mayores beneficios, que tiene que ver con la acumulación compulsiva de riquezas. Esa que sólo es posible en medio de la más impune y desenfrenada corrupción. Desatada hace medio siglo por una taifa de resentidos, acomplejados y odiadores de oficio que sólo querían apoderarse de este país, para destruirlo, empobrecerlo, hacerlo miserable y entregárselo a la más brutal dictadura de nuestro continente.
Por eso es un acto de ingenuidad pensar que a esa elite socialcomunista le importa la educación y todo lo que ello implica. El presupuesto que se le asigna apenas supera el 3% del PIB, lo que distribuido entre el preescolar, la primaria, especial, media, técnica y superior, no alcanza para garantizar la permanencia de docentes y alumnos en el sistema educativo. Digan lo que digan desde el púlpito de la mentira y la demagogia, todos sabemos que la exclusión se ha incrementado cada año en todos los niveles. Esto expulsa a alumnos y a docentes, quienes se ven obligados a abandonar las aulas, al carecer hasta de agua en escuelas, liceos y universidades.
No tenemos que estar dotados de una inteligencia superior para inferir que un país en situación de miseria tampoco puede contar con una buena educación. Lo que es todavía peor si el régimen dictatorial tiene como política destruirlo todo, incluida la educación. Y la cúpula se ha esmerado en esta área, y ha logrado acabar con uno de los sistemas educativos más sólidos, eficientes y robustos del continente, levantado y consolidado durante los 40 años de democracia civil. Lo que me hace recordar las palabras de Peter Burke, historiador inglés, quien afirma: “la ignorancia es un activo para las dictaduras y un pasivo para las democracias”.
Después de un cuarto de siglo la ignorancia ha descendido de la cúpula al pueblo. Porque es su activo fundamental para mantener en la indigencia material y espiritual a las grandes mayorías. Lo que constituye una estrategia perversa de control, propia de las peores tiranías socialcomunistas. He aquí la justificación de la cúpula para demoler y arrasar con una educación libre y de calidad, para sustituirla por un aparato ideológico, que le sirve, exclusivamente a sus intereses.
Es por eso que los venezolanos hemos visto un interminable desfile de nulidades entrar y salir de los ministerios de educación. Degradante, humillante y deshonroso son algunos de los adjetivos que es dable adjudicarle a quienes han fungido como máximas autoridades de estas carteras. Las mismas que debieron ser ocupadas por docentes, académicos e intelectuales verdaderamente conocedores de lo que representa la educación para el desarrollo de una nación. Cuyo capital humano debe tener garantizada una formación en libertad, que incluya conocimientos multidisciplinarios que hagan confluir la educación sociohumanística con las indispensables herramientas asociadas a la muy cambiante tecnología, junto a la disposición para insertarse en un aprendizaje permanente.
Pero este zurdaje aterrajado en el poder sólo hará lo que indica el guión socialcomunista. Esto es degradar la institucionalidad educativa, empobrecer hasta la extenuación a la población estudiantil, nivelar hacia abajo la educación y distribuir limosnas en forma de bonos a los docentes venezolanos. De tal manera, que mientras somos las víctimas de esta devastación, también somos espectadores de cómo una minoría privilegiada profundiza el abismo entre una élite corrupta y groseramente enriquecida, y una enorme mayoría hambreada, marginada y pauperizada. Eso es y ha sido el socialismo a través de la historia.
Agridulces
El presidente Javier Milei intervino en el foro de Davos con una pieza oratoria muy pedagógica. Alertó sobre lo peligroso que es el socialismo para Occidente. Fue valiente y claro y superó las 160 mil visualizaciones, mientras que Pedro Sánchez apenas llegó a 4.200.