jueves, 28 marzo 2024
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Desbancada y desbancarizada

Después de 20 años de opresión y deshonra, la cúpula, consiguió su propósito de volver añicos nuestro patrimonio material e inmaterial.

Formo parte de la mayoría desbancada y desbancarizada. Nos robaron el soporte vital logrado gracias a la educación y al trabajo. Que no fue un regalo ni el lucro por un lance en el oscuro mundo de la corrupción, ni tampoco producto de un connubio, amancebamiento, concubinato o de una inesperada herencia. Nada de aquello estuvo en la agenda, porque todo tenía que ver con la independencia, con la autosuficiencia económica. Condición indispensable para lograr la necesaria autonomía de vuelo para que la libertad -con toda sus complejidades y desafíos- fuese el premio. Porque como afirma Fernando Savater “Ser libre no es sólo un motivo de orgullo sino también de zozobra y hasta de angustia. Asumir nuestra libertad supone aceptar nuestra responsabilidad por lo que hacemos, incluso por lo que intentamos hacer o por algunas consecuencias indeseables de nuestros actos” (Las preguntas de la vida. p.155)

Todo cuanto lograron generaciones de venezolanos fue convertido en un amasijo de inutilidades, esencialmente para que una élite arrogante de gandules, ágrafa, ignorante, incompetente y cleptócrata -envalentonada y ahíta de poder- se dedicara a desbancarnos, que en estricto sentido es usurpar. Esto es arrebatar, expoliar, robar, etc. Con la humillación como arma preferida para degradar, envilecer y someter a la ciudadanía hasta convertirla en un rebaño.

Después de 20 años de opresión y deshonra, la cúpula, consiguió su propósito de volver añicos nuestro patrimonio material e inmaterial. Ha expulsado a más de cinco millones de venezolanos del país donde nació -de su patria y de su matria como algunos llaman al terruño. Los hizo extranjeros, sometidos a otras formas de exclusión, en naciones que no son de acogida ni han resultado acogedoras, como se esperaba. La permanencia está supeditada al compromiso de irse -lo más rápido posible- a otros destinos.

Los que nos quedamos aquí sufrimos la humillación cotidiana de experimentar una acelerada e inexorable degradación de nuestra existencia. Amanecemos cada día con mayores dificultades y limitaciones, con la sensación de que no podemos hacer nada para remediarlo, porque la represión y las arbitrariedades de esta tiranía criminal nos inmovilizan y empujan hacia el fondo de la más abyecta de las miserias. En dos décadas el sistema inmunológico de nuestro cuerpo social, ha sido atacado por todos los males que el socialcomunismo ha heredado de sus antecesores, y que ha implantado con toda su sevicia, hasta convertirnos en una aglomeración de sujetos sin voluntad.

Para la macolla es un placer despojarnos hasta de lo más elemental. Gozan expoliándonos de todo aquello que pueda representar un cierto grado de bienestar para el venezolano de a pie. Debe resultarle orgásmica la sádica conducta de arrancarnos la vida, lentamente, hasta dejarnos en el hueso, también afectado por la osteoporosis. Pues los venezolanos hemos sido despojados de la posibilidad de una alimentación adecuada. Un elevado porcentaje de la población está desnutrida, debido a la pérdida del poder adquisitivo, pero también por la falta de calidad de los alimentos que llegan a la mesa de las mayorías. Tanto por una como por la otra, el venezolano obligado a sobrevivir en este socialismo del siglo XXI, está en bancarrota, delgado y demacrado.

 Desnutridos, débiles, agotados y anémicos son sinónimos de escuálidos, lo que evidencia que aquella palabra transformada en insulto en la boca del ayatola de Sabaneta, era parte de un proyecto de subyugación y control que se materializaría, perversamente, a través del hambre y el empobrecimiento de los venezolanos. Como hizo Fidel al calificar de gusanos a sus adversarios: los convirtió en despreciables y justificó que los aplastaran sin miramientos.

 También quebrados y arruinados en el único país del mundo con hiperinflación, el resto de las privaciones son simples añadiduras. Así, la desbancarización se concreta en que estas entidades financieras perdieron relevancia para un ciudadano, que no puede tener una cuenta -ni corriente ni de ahorro- que no tiene una tarjeta de crédito, ni puede solicitar un préstamo. Ni siquiera tenemos efectivo, y hasta las tarjetas de débito son un recurso que no está disponible para todos. ¡Y lo peor es que viene más, para que cada vez seamos menos!

 Agridulces

 El gallinero revolucionario está muy alborotado. La sumisión de otrora ya no es rentable. Quieren levantar tienda aparte para raspar lo que queda en la olla de la corrupción socialcomunista.

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