sábado, 12 julio 2025
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Desaprender la guerra

Comencemos por decidir nosotros personalmente, sumarnos a ser promotores de la cultura de paz. Seamos coherentes con la defensa de la fraternidad, la defensa de la vida cada día.

“Desaprender la guerra, realimentar la risa, deshilachar los miedos, cerrarse las heridas… Desconvocar el odio, desestimar la ira, rehusar usar la fuerza, rodearse de caricias”.

Tomamos “prestadas” algunas estrofas de la canción del español Luis Guitarra que fue estrenada en el 2006, pues toda su letra resulta muy pertinente en estos tiempos de tanta violencia de todo tipo.

El mundo corre el peligro de “naturalizar” la violencia, no sólo esa visible, directa, la que mata, hiere de muchas maneras, a víctimas inocentes que no han decidido esas guerras, pero las sufren. En este mundo con mucho gasto en armas y menos en preservar derechos de los niños, por ejemplo… “desaprender la guerra” es un buen deseo, una urgencia, necesaria y posible, pues hay que trabajar por la paz verdadera, hay que promover la cultura de la paz, y no alimentar la cultura de la violencia.

Si nos fijamos de nuevo en la canción de Guitarra, habla de “realimentar la risa”, no la burla, digamos que podemos comenzar con sonreír, que es gratis, acerca, distiende, abre puertas. Ensaye usted la diferencia entre saludar con la cara seria y hacerlo sonriendo, y verá cómo el otro, el saludado, también sonríe, funciona. Un maestro atrae la convivencia pacífica cuando recibe a sus alumnos sonriendo…

“Deshilachar los miedos”, siguiendo con Guitarra, “la violencia genera miedo, y este puede paralizar al atemorizado, aleja, siembra desconfianza, pero si lo compartimos, lo hemos aprendido en la práctica, toca menos por cabeza”. La cultura de la paz no atemoriza, extiende manos, no amenaza y junto con la sonrisa, distiende, y los miedos se deshilachan.

Seguimos con Guitarra: “desconvocar el odio, ese odio que se alimenta con el insulto, deseos de venganza como medio para reparaciones, medio equivocado, por cierto…” Ya lo dijo Nelson Mandela, cuando después de 27 años encarcelado, salió en libertad: “la venganza es mala consejera”, y en coherencia con esa manera de pensar, condujo el gobierno de tal forma, que logró parar una guerra civil en Sudáfrica. El odio se puede “desconvocar”, también en una comunidad, en una escuela, en un país, en las redes sociales…

“Rehusar usar la fuerza” para resolver conflictos, que pueden surgir en todos los espacios, en pequeños y grandes. Un niño puede elegir devolver con un golpe a otro niño porque le metió el pie en el pasillo y le hizo caer, y tal vez eso le han dicho en su casa que haga, pero en la escuela, que tienen entre sus funciones más importantes enseñar a convivir, debe trabajar que hay maneras pacíficas de resolver los conflictos, porque la violencia siempre trae más violencia. Es bueno recordar que ser pacífico no significa ser pasivo, ni es invitación para cobardes. Mencionemos solo algunos líderes que asumieron la no violencia para sus luchas, como Gandhi, Martin Luther King, monseñor Romero, Malala, todos muy valientes. Rehusaron usar la fuerza.

Y cito otros párrafos de esa linda canción que hoy nos inspira: “Rehabilitar los sueños, penalizar las prisas, indemnizar el alma, sumarse a la alegría”. La violencia siembra desesperanza, la paz, en cambio, siembra esperanza. Tenemos que ponernos como horizonte la paz verdadera, la que resuelve injusticias, la que enfrenta desigualdades sociales, y soñar que es posible paz, pero hay que “penalizar las prisas”. La paz supone 4 P: plan, proceso, paciencia y perseverancia. Para llevar a cabo ese plan, necesitamos herramientas, y también, juntarnos con otros para animarnos cuando la perseverancia nos falte…

“Desaprender la guerra” no es una utopía, puesto que la violencia no es natural, no se nace violento, se aprende a ser violento según los ambientes, según los ejemplos que los niños y niñas van viendo, puesto que de pequeños se aprende por imitación. Lo aprendido se puede desaprender, lo hemos comprobado en las escuelas en donde se han planteado tener ambientes amigables, fraternos; también lo hemos comprobado en los grupos de madres promotoras de paz… Con reflexión, con herramientas para curar heridas, con la decisión de ser pacíficos, como se titula uno de los cursos del Centro Gandhi: “He decidido ser pacífica”, también con apoyos mutuos, es posible “desaprender la guerra”. No decimos que sea fácil ni instantáneo, pero es posible. Comencemos por decidir nosotros personalmente, sumarnos a ser promotores de la cultura de paz. Seamos coherentes con la defensa de la fraternidad, la defensa de la vida cada día.