@RinconesRosix
Confieso que no logro armar el rompecabezas sobre la relación entre la oposición y el régimen venezolano. Es un escenario de aguas turbias, tóxicas y turbulentas, porque el esquema de poder del régimen se centra en la corrupción, las amenazas, la extorsión y los apresamientos-secuestros. La verdad es que hay que tener la cabeza muy en orden y muy informada de todos los ángulos, para poder dar una versión medianamente sólida sobre esas relaciones.
Lo digo porque en medio de ese vacío, se ha vuelto relativamente fácil decir cualquier cosa. Y hay de todo. Hay gente seria que ofrece ribetes incluso comprobables de estos intercambios, sea de acuerdos o de dinero, pero que no pueden cerrar toda la historia. Recientemente, la periodista Maibort Petit ha entrevistado a unos investigadores estrellas de documentos, quienes se adelantan a completar la historia. A veces quisiera que admitieran cuáles son los aspectos que les faltan, le harían honor así a su esfuerzo anterior. Pero no, ocurre muchas veces que hacen un juicio con una seriedad, una solemnidad y seguridad, que rayan en la osadía. No aguantan la tentación periodística de “pegarla”. Dentro de la selección de hechos para construir las historias, faltan las piezas políticas, y la combinación de esos datos resultan en la vaguedad. En su descargo, vale decir que desde su alto profesionalismo hay que estimar su trabajo y que el cuidado también le toca al lector.
Hay casos de comunicadores que parecieran tener todas las respuestas y haber estado en todos los lugares. La mayor de las veces es ego, o que siguen líneas o ignorancia, pero los más visibles son los comunicadores con agenda. Se sabe porque llega un punto en que sus respuestas son predecibles. Sin embargo, hay unos más peligrosos que otros, y eso depende de cómo usan las medias verdades y los prejuicios reales o cocinados. Un periodista de esa línea, José Vicente Rangel, tenía mucha influencia durante la era democrática. Sin embargo, había quienes también desconfiaban de él. Bastaba con saber lo que agrandaba y lo que pulverizaba, y esa agenda explica el muy oscuro militarismo de hoy. Era un civil “militarista”, asomaba Manuel Caballero.
Es un problema periodístico tener que entrevistar en tiempos en que este país está en una guerra. En un mundo ideal, se podrían hacer reportajes a fondo sobre cada uno de ellos. Por eso preferimos dejar algunas preguntas para después, cuando todo esto pase.
El rompecabezas sigue, pero día a día se vienen cayendo algunas máscaras, de políticos y de algunos “comunicadores”. Las mentiras tienen patas cortas, se diría por allí, y hay eventos históricos que ayudan en mucho a despejar la madeja. Alguien me decía sobre los eventos del asalto del régimen a la AN el 5 de enero, que lo mejor de eso era: “se sabe quién está con nosotros y quiénes no”.
Y es por los hechos que algo sabemos. Define a Julio Borges su decisión de rechazar el acuerdo de Dominicana. La definición de la Asamblea Nacional es que ha soportado limitaciones económicas, persecuciones, amenazas, difamaciones, golpizas brutales, arrestos-secuestros incluso de los familiares. Define a María Corina Machado su voluntad inquebrantable de lucha, no me queda la menor duda de que ama a este país. De Henrique Capriles, lo define el haberse sacrificado para las elecciones del 2013, aún a sabiendas de que el régimen iba con todo para llevarse lo que estuviera a su paso. Lo acusaron de no haber defendido su triunfo, de no haber presionado para la revisión de actas. Sin embargo, pasado el tiempo, y ante esta favorable circunstancia de la legítima presidencia interina del diputado Juan Guaidó, ahora la gente debe repensar sus palabras sobre Capriles, de cara a un régimen que puede sólo salir con ayuda internacional. Hay casos de casos. Leopoldo y la prisión de la que ha sido objeto, el esfuerzo de su esposa para apoyarlo a él y a su partido. Pudiera seguir, pero el punto de todo esto es que prefiero basarme en los hechos definitorios. Hay muchos y no cabrían aquí. Sin embargo, antes de inculparlos de nada, prefiero me llamen ingenua y no pecar de desagradecida. Hay que tener cuero para tener que coexistir con un gobierno que no se rige por nuestros principios democráticos, sino que obedece a la franquicia propagandística y totalitaria de la dictadura castrista.
De Henry Ramos se ha dicho absolutamente de todo. En principio, él es un político tradicional acostumbrado a negociar, nada malo con eso, pero es justamente eso lo que causa dudas sobre él. No llega a las ridiculeces y lunas de miel de otros, pero Henry Ramos tiene una agenda, y es política. Lo de desalojar a las imágenes idolátricas del chavismo del edificio de la AN no es un acto cualquiera, tiene una lógica de quilates. Se me antoja que él es de los políticos que hacen juego con la corriente, pero para sacarle una oportunidad a su causa, aunque en ocasiones se doblegan. Por otra parte, a Juan Guaidó han querido asociarlo con ese aspecto sospechoso de Henry Ramos. Ya por ser presidente de la Asamblea Nacional, a Guaidó le toca su bono de enemigos. Los movimientos del también presidente interino a veces han sido como olas de resaca, y no sé qué tanto de esas líneas torcidas se deben a eso de lidiar con el chavismo. Hasta he escuchado asuntos de agentes y doble agentes. Si yo pudiese imaginar una historia de inteligencia y contrainteligencia con estos intercambios oposición régimen, ya estaría escribiendo guiones para Bárbara Broccoli y su agente 007.
Para venezolanos de todas las tendencias políticas han sido, en algún momento y hasta cierta medida, empujados a hacer cosas entre estúpidas, egoístas y espantosas.
Por eso yo abogo por apoyar a los políticos de oposición, en este momento en el que más ellos nos necesitan, al igual que nosotros de ellos. Saber que con los poco o mucho que han logrado es suficiente para ganarse una buena tajada de enemigos, y que esos enemigos son formidables en mentir y manipular. En días como estos, cuando el chavismo está haciendo aguas, hay que hacerse una barrera y soportar los dimes y diretes, aún entre opositores.
Ya vendrán tiempos para que ellos aclaren si es que desean hacerlo. Algún día saldrán algunas cosas del escaparate (no me refiero a la homosexualidad) sino al escaparate de los errores, de las debilidades morales que han afectado sus decisiones. Los venezolanos deberíamos estar preparados para lo mejor o lo peor, y, debo agregar, estar dispuestos a quizás perdonar. No todo el mundo es Oskar Schindler; no obstante, hay quienes puestos en una balanza, han superado con creces cualquier debilidad del pasado.