Podría encontrar muchas razones para escribir estas líneas, pero ciertamente no puedo escapar de la necesidad de justificarme de una manera particular. La primera gran razón de redactar este artículo en estas fechas es que se corren los días de marzo, y para mi reviste un significado personal el día 7 de este mes. Un mes interesante, como bien sabemos es uno de los meses extensos, con 31 días, es el tercer mes del año, correspondiente al calendario gregoriano.
Su nombre deriva del latín Martius, que en el calendario romano era el mes primero, y también proviene de Mars, el nombre en latín del dios Marte, dios de la guerra en la mitología romana, y su correspondiente griego era el conocido Ares. Igualmente, Marte le da el nombre, también al cuarto planeta del sistema solar, al tercer día de la semana (martes). La Iglesia Católica le conmemora este mes a la figura de San José.
Y es hacia el 21 del mes que ocurre uno de los dos equinoccios que se suceden en un año. Para el hemisferio septentrional el de primavera y para el hemisferio meridional, el de otoño. Algunas razones para percibir muy especialmente estos días, en su relación con el todo. Es esa opción cósmica de interpretación. Entendiendo por cósmico lo perteneciente, concerniente y relativo al cosmos. En general, al universo, una palabra con otra etimología sugestiva, pero que al final quiere decir mundo.
Ese sentido de lo cósmico en mí se despierta en un acercamiento, en principio determinado por el gusto y luego alimentado por el deseo constante de explicarse y entender el mundo a través del arte y de ciertas expresiones artísticas. Y una vez leí lo siguiente: “El arte no está hecho para nadie y es, al mismo tiempo, para todos”. Son palabras de Piet Mondrian (1872–1944) que desataron en mí el gran abanico de interrogantes que inspirarían investigaciones, lecturas, interpretaciones y un muy pronunciado gusto por las composiciones abstractas de este gran artista holandés. Nacido un 7 de marzo en las postrimerías del siglo XIX, Mondrian fue testigo de sorprendentes progresos tecnológicos y del inicio de dos grandes enfrentamientos bélicos de alcances mundiales
Para Mondrian, el arte eran líneas rectas y colores puros. Composiciones que proponen la absoluta libertad para la opinión de cada quien. Esto se compensaba con la idea de que lo rectilíneo y lo cromáticamente puro eran la clara expresión del orden cósmico. Todo esto vinculado a las teorías teosóficas, muy de moda en la Europa de la belle epoque; con un carácter ordenado, más matemático y más frío, opuesto a su contraparte del abstraccionismo, la versión más lírica.
Piet Mondrian creó su obra en torno de la revista De Stijl, principal órgano de difusión de la corriente neoplasticista. Sin embargo, sus primeras obras, muy distantes de lo que vendría después, representaban paisajes serenos, grises, colores tierras, y tonos oscuros. No obstante, su gran curiosidad y su brillante genio creador, le imprimieron la valentía para salir de su zona de confort. Gran parte del público acostumbrado a sus obras abstractas posteriores se sorprenden al saber que los orígenes de Mondrian se remontan a un arte más clásico y realista. Como buen artista holandés de su época, pintaba paisajes, pero siempre le imprimió un toque personal a ese tradicional formato.
Su audaz y revolucionaria representación y propuesta plástica lo convirtieron en uno de los grandes maestros del arte moderno, y sus audaces elecciones lo erigieron como uno de los artistas más reconocidos del siglo XX. Piet Mondrian solía correr riesgos, sus composiciones abstractas, sólo compuestas en rojo, amarillo y azul se fundan en líneas y figuras geométricas, totalmente opuestas a la moderada escena artística holandesa en la que se formó. Mondrian revolucionó, hizo convulsionar al mundo del arte al lograr expresar la universalidad sólo a través de planos de colores primarios y líneas rectas. Esa fue su intención, con la abstracción más pura quería representar las verdades absolutas del universo.
En esa vía hacía la abstracción absoluta, por la evidente ausencia de toda figura o imágenes concernientes a la naturaleza pudo desarrollar su nueva filosofía artística, a la que llamó neoplasticismo, y a la que describe de la siguiente manera: “Esta nueva idea plástica ignorará las particularidades de la apariencia… por el contrario, debería encontrar su expresión en la abstracción de la forma y el color, es decir, en la línea recta y en el color primario claramente definido”.
Los paisajes y la naturaleza nunca se alejaron de la imaginación de Mondrian. Por el contrario, fueron sumamente influyentes y determinantes en sus pinturas abstractas. El particular hecho de no dar cabida al color verde por su directa referencia a lo natural, le sugiere una tacita atención ante una ausencia que también lo define. Su enfoque se basa en el trazado de líneas y la creación de combinaciones de colores cuidadosamente escogidos. Mondrian utilizó los mismos cánones compositivos de sus iniciales pinturas de paisajes y bodegones para compensar estas agitadoras obras abstractas, y esto es una de las principales razones que las concibe tan estéticamente atractivas. En un principio, lo que puede parecer una pieza fortuita es en realidad la cúspide de años de práctica y de investigación consciente.
Sin lugar a dudas Mondrian dejó una gran marca sobre el arte contemporáneo. Su influencia trascendió la pintura y logró incidir en otro medio de expresión artística como la escultura, y en aspectos de la vida rural como el diseño, la decoración y la arquitectura.
Esa búsqueda personal que lo llevó a explorar en la teosofía, a fin de encontrar la esencia verdadera de todas las cosas, lo que intentará plasmar en su pintura y en su propia filosofía neoplasticista. Esa búsqueda y sus consecuentes productos lo convertirán en uno de los máximos exponentes del arte abstracto, y en mi referente artístico más admirado. Sus firmes convicciones que lo llevaron a interesarse por la teosofía, le generaron la opinión que “lo que nos rodea es un velo de apariencia que cubre la auténtica realidad, que no es otra que la de un Universo absoluto”. Su compromiso como artista le requiere encontrar esta realidad detrás del velo. Por eso es que los colores y las formas ameritaban tal importancia, así comprime su paleta a los colores primarios y se concentró en formas geométricas simples, básicas.
A mi parecer y consideración, su alcance es haber llevado la armonía y el color de la pintura al mundo práctico. El disfrute de sus obras es la tranquilidad y la calma que me generan. La libertad que despierta con mi pensamiento y las casi escasas ataduras de mis sentimientos, un gusto por el orden y la armonía. Una particular sensación que me relaciona con el universo. A más personal esa sensación, más posibilidad cósmica de mi propia humanidad, es decir de lo individual a lo universal, por la escala que me funda como persona.
Al observar y disfrutar de esos cuadros de formas cuadradas y colores lisos, no se puede dejar de pensar en una realidad disimulada, y fue a esa estructura de la composición a lo que se le conoció como la “retícula cósmica”. Por supuesto, que al momento de aparecer su arte fue criticado duramente por los conservadores, ya que recreaba una concepción completamente novedosa. Tuvo que escribir numerosos ensayos donde explicaba su arte y su doctrina neoplasticista, que resultaban evidentemente abstractos y distantes del entendimiento común. Su expresión artística y consecuente lenguaje plástico siempre estuvo profundamente conexo con sus estudios espirituales y filosóficos. En tal sentido, expresó que “el arte no debe ser figurativo, sino que el arte debe ser una especie de búsqueda de lo absoluto”. Por eso, consolida una completa dedicación a la abstracción geométrica, es lo que define su búsqueda constante por encontrar la estructura básica del universo, la ya mencionada “retícula cósmica” que él intenta representar con el no-color blanco (presencia de todos los colores) intervenido por una trama de líneas de no-color negro (ausencia de todos los colores).
Se centró en la persecución de un arte puro, y por eso desdeña los rasgos sensoriales de la textura y la superficie, eliminando las curvas, y en general todo lo que hiciera presente la forma. En tal sentido, expresaba su rechazo por el arte figurativo, para él la producción estética no debe involucrar la reproducción de objetos figuradamente reales, sino que el arte debe ser una especie de indagación de lo metafísicamente absoluto. Un arte profundo que exhibe una complejidad que contradice su simplicidad aparente.
Creo que un pensamiento suyo lo explica claramente: “solo cuando estemos en lo real absoluto el arte no será ya más una necesidad humana”.
Coincido con Mondrian en esa creencia sobre la posibilidad de lograr un conocimiento de la naturaleza más insondable que el alcanzado solamente por la experiencia empírica que parte de nuestra vida está inspirada por la búsqueda de ese aparente conocimiento esencial.