jueves, 14 noviembre 2024
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Cuidar a los educadores para tener educación    

Nos estamos quedando sin maestros. Las autoridades y la sociedad en general tienen que cuidarlos. Es su remuneración, el reconocimiento, el agradecimiento.

@luisaconpaz

La señora Ana, en Barquisimeto, trabaja limpiando en casas de familia por día. Es verdad que no tiene toda la semana comprometida, pero en una jornada, en donde le dan desayuno y almuerzo, le pagan 30 bolívares (poco más de 6 dólares). La señora Eva es peluquera: corta pelo a domicilio, cobra 4 dólares por un corte. El otro día se juntaron 4 personas, y ella en unas dos horas, ganó 4 dólares. ¡Qué bueno que Ana y Eva puedan vivir de su trabajo! Aunque no tengan reconocimiento social. Hay que decir que ambas son buenas en lo que hacen.

Me quedé pensando en esos casos, y lo comparé con los ingresos actuales de los docentes de escuelas oficiales y subsidiadas. Les hago un resumen: un docente I, o sea el primero en el escalafón, esos que tienen entre 1 y 5 años de servicio, gana al mes, con salario de base y primas y bonos, unos 10 dólares; un docente V, lo más alto del escalafón, que supone más de 20 años de servicio, con bonos y primas, unos 22 dólares al mes; un directivo, con toda la responsabilidad que tiene, al mes entre 26 y 27 dólares.

El dato del párrafo anterior da para pensar y preocuparse, y son base para entender por qué las renuncias de educadores. Eso, en el mejor de los casos, pues a veces ni siquiera envían su carta de renuncia, simplemente abandonan, pues las liquidaciones son tan ridículas, que no vale la pena buscarlas. Cuando a la profesora Olga, de Ciudad Bolívar, la jubilaron, recibía una cantidad tan pequeña que ir a Caracas a hacer trámites resultaba más costoso que lo que le darían…No fue.

No sabemos cuántos profesionales de la educación han abandonado las aulas en los últimos años, pero son miles de miles…  Se dé liceos públicos que han reducido secciones por falta de docentes, sé de escuelas que han cerrado turnos por falta de maestros… Aunque no tengamos estadísticas nacionales.

Crece mi admiración y agradecimiento por esos educadores que están subsidiando al Estado cuando, además de atender a sus alumnos, hacen otras cosas para poder seguir educando. Como Luzmary, de la escuela de Fe y Alegría en la isla de Margarita, además de ser excelente como maestra, y muy servicial, hace dulces criollos y los fines de semana va por las calles de su comunidad vendiendo el producto de su trabajo extra. O el caso de Edward, licenciado en Educación, con postgrado, subdirector de un colegio de Fe y Alegría al oeste de Barquisimeto, además de su rol de directivo, está sustituyendo a profesores de su área que han renunciado, y por las tardes, trabaja en una pizzería…  Subsidia pues su vocación de educador. Uno los admira, pero comprende que no se puede pedir heroísmo eternamente, como bien dice el padre Alfredo, cuando ve el heroísmo de docentes de La Vega, en Caracas.

También están los casos que simplemente renuncian y se dedican a otra cosa para poder mantener a sus familias. Como el caso de Julio, profesor de Biología en un liceo oficial de Caracas. Su caso lo reseñó Efecto Cocuyo hace unos meses. Renunció a las aulas, sintiéndolo mucho, y trabaja como vigilante. El sueldo supera con creces el que tenía como profesional de la educación. ¡Qué pena!

Sin maestros no hay escuela, sin maestros no hay educación ni presencial ni a distancia. Sin educación no hay presente ni futuro para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Sin docentes formados no se puede tener “educación integral de calidad”, como lo dice la CRBV en su artículo 103.  Sin educación no se sale de ninguna crisis.

Si queremos educación para nuestros hijos, nietos, para el país, tenemos que cuidar a los educadores. Exigir al Estado que cumpla con sus obligaciones, que destine recursos suficientes para la educación -salarios, infraestructura y servicios- pero también la sociedad tiene que activarse en esa defensa de la educación y de los docentes: empresarios, familias, medios de comunicación… Tener una buena educación nos favorece a todos.

Por eso, si usted, que no es ministro, pero puede hablar, si tiene hijos, hermanos, nietos en edad escolar, reconozca el trabajo de los maestros, hágales saber que valora lo que hacen. Eso ayuda, y si además forma parte de alguna organización o utiliza las redes sociales, no deje pasar la oportunidad para reconocer esa labor, y pida a las autoridades que cumplan con su deber. Recordemos que la educación oficial es el 85% de la educación nacional, y es la que está más huérfana.

Me gusta recordar que en Japón, los tres oficios mejor pagados son el de policía, porque cuida a las personas, el de médico, porque las cura, y el de maestro, porque forma a las personas.

Defender a la educación del país pasa por defender a los educadores y cuidarlos.