Tu poder radica en mi miedo: ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder
Séneca
El epítome expresa a la perfección a lo que está enfrentado este gobierno de bufones de feria campestre.
A escasos días de la liberación patria por efecto del mar de leva que producirá el mar de votos del pueblo saturado, harto y curado de espanto, el cucuteño y su pandilla no serán sino un pretérito imperfecto en la memoria histórica nacional. Formalmente y de acuerdo con la ley electoral los actuales negativamente sobresalientes tendrán que coger sus macundales e irse a disfrutarlos en otras latitudes menos amables, o si prefieren en la tierra de sus amos que les queda a tiro de piedra. Todo sin olvidar que durante seis meses hasta que les toque entregar el poder en enero próximo podrán causar más daño que durante el lapso ocupados en destruir el territorio, la economía, la justicia, el orden, los militares y el segmento joven de la sociedad venezolana, por solamente enunciar una lista cortísima.
Sin ser muy acuciosos se puede notar y sentir la rabia, el desespero, la impotencia y torpeza por las reacciones de los oficialistas en los últimos meses ante el inevitable derrumbe del esquema lisiado impuesto durante un cuarto de siglo. En ese tiempo han evidenciado todas sus virtudes negativas personales y colectivas. Resaltante la falta de escrúpulos, sus pasiones escondidas, bajos instintos y moralidad hipócrita. En medio de la soberbia comenzada por el zambo no logran captar el clamor popular y piensan en acallarlo con amedrentamientos que no hacen sino exacerbar el sentimiento en contra de ellos y lo que representan. Ni este despotismo ni las huestes extranjeras apoyantes tienen capacidad para contrarrestar el albedrío de la gente de sectores y lugares variados que exigen en la calle, desde antes del día de los comicios organizados, la desaparición de la camarilla en grueso sin discriminar entre los malos y los peores. Los asesores nacionales cercanos son todavía más desacertados al enfrentar la voluntad de la colectividad espontánea y visible con medidas ineficaces, antipáticas, que ya no causan sino risa y aumento de coraje y duro rechazo en la nación.
Ya no dan miedo ni asustan ni infunden respeto a pesar de controlar y dar mal uso al poder detentado nada apegado a normas o límites en su ejercicio. Tampoco surten efecto las promesas, ofrecimientos y regalos.
El jaque mate a este autoritarismo está anunciado desde hace meses, solo se ha hecho evidente y cercano reduciendo los espacios de maniobrar para salir de la suerte que son de una sola vía; pero si deciden jugarse el resto la cosa cambia sobre todo para ellos que se buscan un panorama incierto y escabroso. Las amenazas y baladronadas espetadas al público consumidor poca mella hacen, por lo cual exponerse a un costo personal y familiar más que político, no es la opción sana y conveniente.
La claridad del panorama del pueblo contrasta con la tenebrosa oscuridad que envuelve los pensamientos y destinos de los alegres actores que tuvieron un escenario prestado para sus veleidades nunca imaginadas en fantasías optimistas.
Se saben derrotados sin comprender el motivo, cosa típica en aquellos seres poco acostumbrados a manejar algo diferente a un bus de pasajeros o a realizar labores no intelectuales sino manuales.
Alguien los traiciona en el camino.