Leo en la prensa extranjera que la inteligencia del Departamento de Seguridad Nacional de EE UU (HLS, por sus siglas en inglés) ha detectado que, por órdenes directas de Miraflores, se están liberando penados por asesinatos, violaciones, secuestros y otros delitos aberrantes, sin que los excarcelados hayan cumplido sus respectivas condenas. Nada nuevo bajo el Sol, en ese particular. Ya la “dama” que se hace llamar la “Mejor ministra del régimen penitenciario de la Historia” se había jactado del empleo de delincuentes muy violentos con propósitos políticos.
Por otra parte, agentes de la Patrulla Fronteriza, adscritos al referido HLS, aseguran que integrantes de la mencionada escoria se han colando y se siguen colando en las caravanas de venezolanos que marchan desde Tapachula, México, a Estados Unidos para pedir refugio en este último.
Es la forma servil que tiene el desgobierno usurpador de Venezuela de remedar a los castrocubanos aquel izaje del barco “Mariel” en la década de 1980. Solo que, lo que se hizo, entonces, con el propósito de hacer creer que todos los que emigraban de la isla con destino a Miami eran exconvictos temibles, lo orquestado, ahora, desde Venezuela tiene peores connotaciones.
Sí, lo sabemos. Ya el alto desgobierno “robolucionario” ensayó tal labor de desprestigio del exilio venezolano, al infiltrar sus compinches del “Tren de Aragua”, el Koki, el Moki y demás pranes carcelarios en las avanzadas compatriotas hacia Centro y Sudamérica.
Pero los referidos reportes del HLS han alertado que las comanditas de los desgobernantes de Venezuela con el narcoterrorismo iraní, con el ELN colombiano, el Hezbollah, el yihadismo, con los demás factores del narcofundamentalismo musulmán, evidenciarían una movida de geopolítica internacional de mayor calado. En específico, el objetivo de atentar, con la penetración de tales hampones, contra la seguridad interna de Estados Unidos.
Mala, pésima, la exportación de terroristas. El lado positivo es que ayuda a encender las alarmas. Para que los mandatarios de la región, decentes y aun los que no lo sean, tengan la convicción que la tiranía entronizada en Caracas, de nacional, pasó a peligro para toda comunidad interamericana. Ni siquiera para los amigotes del régimen usurpador de Venezuela es negocio que tal clase de quinta columnistas circule a través de sus propios territorios. ¿Y si se quedan? ¡Peor aún!
Más allá de la obligación fraterna, del referido conjunto de naciones de brindarles a los venezolanos de bien el apresto indispensable para recobrar su libertad, el asunto está pasando a prioridad de cada uno de nuestros Estados vecinos. Hay que cauterizar esa llaga purulenta del continente. Por las buenas o por las menos buenas.