Maricori Senpai: Aún en días aciagos ha tenido uno vivencias agradables para guardar en la memoria. A mediados de la década pasada solía llevar a mis hijos y a sus amigos a los eventos de anime, una celebración de la cultura popular japonesa. Tanto ellos como sus amigos estaban en la onda de la lengua japonesa, las historias animadas y sus juegos. Yo no entraba al evento, sino que me quedaba en la entrada viendo a mis hijos y a la gente disfrazada o peluqueada en morado, mientras pensaba en los personajes de las comiquitas japonesas de mi niñez. En mi rol de chofer, me tocaba llevarlos e irlos a buscar y en una de esas caigo en cuenta de que mencionaban a una Maricori Senpai como si perteneciera a su imaginario del anime. Cuando les pregunté: ¿Quién es la Senpai?, me respondieron: sí, María Corina Machado. La palabra japonesa senpai 先輩 significa, en el contexto del anime, maestro o un superior en la escuela o el trabajo. Ciertamente ellos la sentían como una de su grupo.
Después conversé con mi hija y descubrí cómo ella y sus amigos manejaban sus gustos políticos. En una etapa laberíntica como esa que, al igual que ahora, estuvo empañada de gritos y amenazas desde el alto gobierno, ver con claridad era una proeza para cualquiera. Se piensa que los jóvenes son inmaduros, pero la frescura les salva el pellejo. Ellos saben que su futuro está en juego y deben incidir en su mundo para poder sobrevivir. Les ha tocado la parte más severa de esta crisis nacional, aunque por fortuna los ayuda su juventud, su salud. Quisieran tenerlas fácil, pero les ha tocado aprender por la vía más dura. Les queda salir fortalecidos después de la tormenta.
El país y la Vinotinto. Los nombres de Richard Páez, César Farías y Fernando Batista pertenecen a la cara esperanzadora de la Vinotinto. Los primeros dos, venezolanos, como directores técnicos iniciaron el empuje de la selección venezolana después de años de derrotas. Se dice fácil después de ver el conjunto lleno de vida y entusiasmo de como lucen ahora, pero no. Cuenta la ya leyenda que Richard Páez despertó a sus jugadores después de una larga y profunda pesadilla. Levantarle el espíritu a un equipo que carga con las frustraciones pasadas como si fuera una maldición, es una cuesta arriba con una roca a cuestas, pero ellos nos han dado una buena noticia: sí es posible.
Digo todo lo anterior porque la hazaña de Richard Páez y de los directores técnicos después de él, se basa en un cambio de actitud que no es distinto en lo político. Para quienes el fútbol no es más que una competencia insustancial, resta decirles que en el juego se mueven los resortes ancestrales del ser, como también los del despertar y el beso o no de la mañana. Y así en todo lo que exige voluntad y expresión de uno mismo.
Un cambio de actitud consiste en sacudirse los lugares comunes, topos o “verdades colectivas” que atornillan para mal el pensamiento, la actitud y los hábitos de la gente. Extrañamente, en momentos como este en que los venezolanos parecieran deslastrarse de los dichos nefastos, apareció uno de los peores en un post. Es inevitable que aparezcan, pero no prosperarán porque los vientos están a nuestro favor.
Cuando el gobierno se burla, ofende y desprecia a los venezolanos, está apelando a los lugares comunes que nos minimizan. Afortunadamente, hay un legado positivo que ha venido a rescatarnos y que se afianzará con la gesta heroica de estos días.
Una nota: Después del triunfo de la Vinotinto ante México con un marcador de 1-0, se han enardecido las discusiones sobre la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf). Que si de Venezuela haber estado en la Concacaf hubiese tenido más oportunidades de clasificar para el Mundial y etcétera. Para mí es una discusión inútil. Creo que los equipos sudamericanos son buenos justamente por lo altamente competitivos. Ya Venezuela hizo cuero, déjenla donde está.