viernes, 17 enero 2025
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Contorsionismo

Han explayado la fuerza bruta para drenar su rabia y frustración con la población más débil y vulnerable para acusarla, perseguirla, maltratarla, aterrorizarla, intimidarla, secuestrarla y cualquier otro verbo.

El régimen siempre autocalificado y por algunos aceptado como demócrata no debería producir desconfianza a los funcionarios y entes internacionales, como tampoco a los líderes de países vecinos. Sin embargo su desempeño irregular y agresivo contra las instituciones y principios que regulan una nación republicana dista mucho de apreciarlos como gobierno de rectos procederes. El comportamiento del régimen se ha traducido en imagen contraria a la pregonada por ellos. No es simplemente asunto electoral sino mucho más profundo. Los votos del pueblo contra el presidente actual son reflejo puntual dirigido hacia el representante de la pudrición de gobierno presidido y del proyecto político social iniciado hace veinticinco años con el nombre de sucialismo del siglo… (sic) por el nefasto militar traidor al juramento de honor, dignidad, lealtad y defensa de la patria y sus nacionales. La vileza estuvo adornada con la entrega de la independencia a una potencia extranjera que vive a costillas nuestras y además nos padrotea en todas las actividades administrativas sin pudor ni impedimento.

Hay una claridad dictatorial en la reacción del oficialismo con relación a los resultados de las votaciones de julio. No quieren reconocer que el presidente perdió por la avalancha de sufragios en su contra. El régimen no tuvo éxito ni siquiera en una sola localidad electoral, y no obstante se aferra al poder groseramente con grave ofensa al pueblo que es autoridad consagrada en el artículo 5 de la Constitución redactada por ellos mismos. Esa gente no respeta absolutamente nada ni nadie. Lo ha demostrado cientos de veces en épocas distintas.

Evidencia transparente de la actitud es el terrorismo de Estado que han desatado por haber perdido el favor popular. Ahora muestran su verdadera cara de enemigos del pueblo que nunca han acatado ni apreciado, o realmente beneficiado. Lo han usado, engañado a diestra y siniestra durante el tiempo que han detentado el poder. En el presente pretenden pasar factura a los desilusionados que se han hartado, vertiendo en las urnas votos salidos del alma enardecida. Han explayado la fuerza bruta para drenar su rabia y frustración con la población más débil y vulnerable para acusarla, perseguirla, maltratarla, aterrorizarla, intimidarla, secuestrarla y cualquier otro verbo. Adicionalmente, usan epítetos vulgares y lenguaje fecal en sus intervenciones públicas para combatir cualquier asomo de crítica o escrutinio de sus posiciones políticas y actuaciones cotidianas frente a nacionales y foráneos. Lo cierto es que estando las cosas como están, el oficialismo en general como los escasos militares que los respaldan por ahora, tiene un gran insomnio acumulado y gran desasosiego que redundará en algún desenlace inesperado; falsía incluida.

Mientras insisten en quedarse a juro, los nacionales y los países dirigidos por gente normal se han manifestado enfáticamente contra la pretensión ilegítima y bellaca de quedarse con lo que no es de ellos. Suficiente entrenamiento y práctica han adquirido en tantos años.

En resumen, no se atienen a la alternabilidad derivada de elecciones aprobatorias o no de la gestión temporal. Irrespetan la voluntad del pueblo soberano. Ignoran leyes y la Carta Magna venezolana. Están sancionados internacionalmente. Algunos personeros solicitados por la justicia. Otros con ofrecimiento de recompensa por su captura. Cuentas propias y de familiares oscuras y de cifras exorbitantes. Son calificados como autócratas. Mantienen relaciones con gobiernos mal vistos. Desaparecen gente. No explican muertes misteriosas. Entregaron la soberanía, los recursos naturales que pudieron, la libertad y la autonomía; y se metieron en una ristra de vagabunderías incalificables.

Con la reducida lista anterior de logros, no puede haber espera en definir, condenar y repudiar el talante del régimen y sus espalderos en el mundo decente. Es meridiano.

Es insípido, incoloro e inodoro; debe ser agua sin lugar a dudas.

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