Luis Herrera Campins nació el 4 de mayo de 1925, diez años antes de la muerte de Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935. Por ser un niño no sufrió la represión de aquel andino que se adueñó de Venezuela por más de un cuarto de siglo. Pero más adelante otro andino, Marcos Pérez Jiménez, lo puso tras las rejas en las ergástulas de su tiranía y lo obligó a exiliarse. Vivió en Inglaterra, Italia, Alemania y España. En este último país culminó sus estudios de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, Galicia. Al mismo tiempo profundizó en el conocimiento filosófico de impronta cristiana vigente en Europa. Jaques Maritain, Enmanuel Mounier y Robert Lebret fueron los pensadores que enriquecieron su ideario político y su fe.
La infancia de Herrera transcurrió en su Acarigua natal, ciudad en la que cursó estudios primarios. Luego, en La Salle de Barquisimeto, se gradúa de bachiller e inicia su militancia en la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), organización que antecedió al Partido Socialcristiano Copei. Una vez concluida la secundaria se traslada a Caracas e ingresa a la Universidad Central de Venezuela para estudiar Derecho.
Un joven inteligente con sensibilidad social encontró en Copei, fundado en 1946, una manera de canalizar sus inquietudes y participar activamente en la dinámica política. En el periodismo consigue una tribuna que le permitió desarrollar una vocación temprana que le acompañó a lo largo de su vida. El semanario Copei y el diario El Gráfico se convirtieron en las mejores plataformas para amplificar su voz, y divulgar su pensamiento a través de la prensa escrita. El medio de mayor prestigio y calado en aquellos tiempos, sea dicho de paso.
En 1948, con apenas 23 años, es electo diputado a la Asamblea Legislativa de Portuguesa, el estado donde nació. En 1949 fue encarcelado por la junta militar que suplantó a Rómulo Gallegos. Aquella se sintió irrespetada por un texto escrito por el joven Luis Herrera. En 1952 participó en la huelga universitaria, pero fue objeto de amenazas que lo obligaron a irse de Venezuela.
En España, además de concluir sus estudios, contribuyó a editar Tiela, conjuntamente con otros copeyanos. Aquel fue un periódico clandestino, que recogía el pensamiento opositor contra Pérez Jiménez. En Roma, en 1957, publica un opúsculo titulado Frente a 1958. En el mismo avizoraba una crisis en la dictadura perezjimenista, y sugería -como algo indispensable- un acuerdo unitario entre los partidos políticos. Esos que el tirano despreciaba e ignoraba, pero perseguía con saña criminal.
Apreció en aquella propuesta de Luis Herrera un precedente del Pacto de Punto Fijo, firmado por Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba el 31 de octubre de 1958. En la casa del copeyano, los signatarios se comprometieron a actuar de manera conjunta y respetuosa en torno a tres puntos esenciales: 1) defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme a los resultados electorales, 2) un gobierno de unidad nacional sin hegemonía en el Ejecutivo, y 3) la presentación ante el electorado de un programa mínimo común.
Herrera regresa a Venezuela en 1958, y gracias a su condición humana, su sensibilidad y su formación académica se convierte en una figura con un importante peso entre los militantes y activistas del partido verde. De suyo fue uno de los negociadores, por Copei, de los acuerdos interpartidistas, que cimentaron la arquitectura de nuestra democracia, que se prolongó durante unos irrepetibles 40 años.
Acumuló una valiosa experiencia como legislador. Fue diputado por Lara entre 1959 y 1974, jefe de la fracción parlamentaria socialcristiana en el Congreso (1962-1969), y secretario general de la Organización Demócrata-Cristiana en América Latina (ODCA, 1969). Fiel a su otra vocación, desarrolló una amplia labor periodística en diarios de la capital y de la provincia. Palenque fue el título de su columna en Panorama de Maracaibo.
Como todos los presidentes de la democracia, no fue un recién llegado, un mesías o un caudillo. Luis Herrera se formó y se preparó con disciplina y dedicación, para asumir con responsabilidad su papel como quinto presidente de Venezuela. El 3 de diciembre de 1978 ganó las elecciones con 2.487.387 votos y tomó posesión el 12 de marzo de 1979, tenía 54 años.
El 4 de mayo se cumplieron 100 del nacimiento de este gran venezolano. Un momento para rendirle un modesto homenaje desde mi tribuna, y recordar que también fue un lector infatigable. Un intelectual genuino, un parlamentario estudioso y comprometido, un periodista valiente. Diría que fue, en esencia un polímata, pues su sabiduría incluía y englobaba una gran variedad de conocimientos.
Agridulces
León XIV de 69 años es el primer Papa norteamericano. Su nombre de pila es Robert Prevost Martínez. Es Licenciado en Matemáticas, Magíster en Divinidad y Licenciado y Doctor -Magna Cum Laude- por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino de Roma. ¿Acaso fue premonitorio que Trump se mostrara como Papa gracias a la IA?