martes, 14 enero 2025
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“Cara e’ Crimen” el nadir de Venezuela

Nadie, que se presuma informado del desastre de Venezuela durante el ciclo iniciado el 23 de enero de 1999 y cerrado ¿El 5 de marzo de 2013? ¿A las 3:00 pm del 29 de diciembre de 2012 en la Sala de Terapia Intensiva del Cimeq, La Habana? debe dejar de leer las revelaciones de Pablo Medina contenidas en su referido trabajo.

@omarestacio

Juan Nicolás Ochoa, Nereo Pacheco, Tomás Funes, Daniel Augusto Colmenares, José Vicente Pacheco, Miguel Silvio Sanz, Pedro Estrada.

Semanas atrás, en Doral, Florida, EE UU, me correspondió el inmerecido honor de presentarle al público Cara e’ Crimen, aleccionador ensayo del político, exparlamentario, dirigente sindical -de los probos- pero mayormente enamorado eterno de la patria de Bolívar, Pablo Medina Carrasco (El Tocuyo, estado Lara, 1947).

De Medina Carrasco se podrá disentir. De hecho, el cronista lo hace de varias de sus valoraciones sobre determinados personajes referidos en su relato. En algunos casos por condescendiente. En otros por severo de manera injustificada. Lo que no se le puede regatear a Pablo es que dice y escribe lo que le dicta su conciencia.

Nadie, que se presuma informado del desastre de Venezuela durante el ciclo iniciado el 23 de enero de 1999 y cerrado ¿El 5 de marzo de 2013? ¿A las 3:00 pm del 29 de diciembre de 2012 en la Sala de Terapia Intensiva del Cimeq, La Habana? debe dejar de leer las revelaciones de Pablo Medina contenidas en su referido trabajo.

Las evidencias del asesinato del fiscal Danilo Anderson (Nov. 2004) ordenado por Cara e’ Crimen, para después llorar al occiso, a moco colgante, en el velatorio correspondiente. La profanación de los restos de nuestro Padre Libertador, Simón Bolívar (Julio 2010) con el falso pretexto de demostrar su hipotético envenenamiento por la oligarquía colombiana, cuando el verdadero propósito era la hechicería más abyecta. Sus violaciones a los derechos humanos, la desaforada corrupción de Cara e’ Crimen y sus relacionados, con comanditas con el narcotráfico y las peores modalidades del crimen organizado internacional. Su envenenamiento radiactivo con Polonio 210, a manos de la narcotiranía cubana, por haberse tomado a pecho -de puro imbécil que era- el cuento chino que le metió Fidel Castro, para chulearlo -excusas por la palabreja, pero el castellano, es el castellano- que sería el presidente de la futura República Federativa de Venecuba o de Cubavén y por supuesto, la indeclinable cruzada de Pablo, en pro del desconocimiento de la inmensa deuda pública extranjera ilegal, a cargo de nuestra nación, son los capítulos que más nos han llamado la atención del libro.

A más de 200 años de su muerte, los venezolanos de mi tiempo todavía lo traemos a colación: “Más cruel que Guardajumo” que fue como mejor se conoció al referido Ochoa. Este último por lo menos no incursionó en la política. Era un salteador de camino y se deba por bien servido por serlo.

Nereo Pacheco, director de la cárcel de La Rotunda durante la tiranía de Juan Vicente Gómez. A los reclusos les mezclaba vidrio molido en la comida, les ejecutaba las condenas a muerte a través del tortol, para peor el tormento y a aquellos que no enviaba al otro mundo, les reservaba a perpetuidad un grillete de 2.850 kg en cada pierna. Sin embargo, que se sepa, Pacheco no traicionó a la patria, colocándosele en decúbito ventral a ningún extranjero venido a saquear la República.

Tomás Funes perpetró crímenes atroces en sus andanzas por Amazonas, pero hasta sus detractores más intransigentes le reconocen valor y disciplina cuando combatió por la causa de la Revolución Legalista. Por cobarde no se le tachó jamás.

En cuanto a Daniel Augusto Colmenares (a) Suelaespuma, José Vicente Pacheco (a) Pachequito, Miguel Silvio Sanz (a) El Negro y Pedro Estrada (a) El Chacal de Güiria, torturaron y asesinaron en la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez. Pero, al menos, decían hacerlo en la lucha contra la plaga comunista.

Douglas Kelley, psiquiatra norteamericano convocado para evaluar a quienes serían juzgados por el Tribunal de Nuremberg, se asombraba al comprobar que el despiadado Hermann Göering no derramó ni una lágrima cuando envió a los hornos crematorios a millones de personas, era padre y esposo amantísimo, vecino cortés y defensor de los animales. Walt Whitman, para explicar contrasentidos como ese, proclamaba que todo ser humano “contenía multitudes”. Todos, menos uno: Cara e’ Crimen, quien adunaba el total de los defectos de los peores venezolanos, sin ninguna de sus posibles cualidades.

Nadir, entre los nadires. Sin un ápice de duda, el peor parido por nuestra amada tierra, desde que se asentaron su territorio, los primeros pobladores venidos a través del estrecho de Ihering. Quienes lo duden, que lean Cara e’ Crimen.

Nota bene: El sucesor del último de los nombrados, que no se aflija. Lo hemos excluido del anterior “Cuadro de Deshonor” por razones de sobra conocidas: usted “señor” no es venezolano. Es colombiano, para oprobio de ese noble gentilicio. En cuanto a los demás colaboradores, compinches, carnales, del Cara e’ Crimen y su sucesor, vayan los correspondientes premios de consolación. A partir del citado campeonato, absoluto, y en rigoroso desorden tumultuario, ustedes se encuentran igualados en el segundo lugar de los peores venezolanos de la historia. Los identificados al comienzo de la presente reseña bibliográfica son unos angelitos, comparados con ustedes.

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