La ciencia está en todo como debe ser y los alimentos -vitales para la existencia humana- tienen la suya. De etimología griega como era de esperarse, hace que un hablante de español esboce una sonrisa cuando se entera del nombre. Como me ocurrió cuando supe que la ciencia que trata los alimentos se llama Bromatología. A partir de esa denominación se activan humoradas tragicómicas, relacionadas con la dolorosa situación por la que atravesamos los venezolanos en esta materia. Porque aquí los alimentos -como la ciencia- están en todo: desde el hambre, la demagogia, la sobrevivencia, su control y hasta la más desorejada corrupción, perpetrada por los apóstoles y cortesanos del socialismo del siglo XXI.
El cacicazgo cupular desde que tomó el poder, tenía muy claro que los alimentos debían ser controlados y monopolizados por ellos. Por eso los venezolanos que seguimos pataleando en este socialismo, y que podemos contarlo, hemos visto cómo la comida ha sido fuente de riqueza para enchufados nacionales y extranjeros. Nomás instalado el régimen vimos materializarse la unión cívico-militar con el Plan Bolívar 2000, dirigido por Víctor Cruz Weffer. El plan fue lanzado el 27-02-1999, con la participación de 40 mil soldados, etiquetados como redentores, que venían a salvarnos de los males de la pobreza. Los reclutas fueron de puerta en puerta, para vacunar, educar y distribuir comida.
Aquel plan pasó a la historia como el primer y más sonado caso de corrupción en los años iniciales de este socialcomunismo. Por cierto, Weffer fue detenido en 2018, después de haberse forrado con los dólares, que en teoría eran para alimentar a los pobres. Esos que no han hecho más que acrecentar su número, al sobrepasar el 90% de la población. Hoy somos muchos los pobres, sumidos en la más degradante de las miserias. Sin clases medias, sólo existe la opulenta cleptocracia en el poder y las grandes mayorías enterradas en la indigencia.
Los capitostes de la dictadura separaron en sílabas el nombre de la ciencia que trata los alimentos: se quedaron con las dos primeras y desecharon las demás. Situados en el sustantivo femenino (broma) hicieron de la burla, del chasco, del chiste y de la bufonada sus acciones favoritas. Juegan y se pitorrean del hambre que azota con desenfrenada y extrema crueldad a los venezolanos.
La escasez y los altos costos de los alimentos hacen que comer sana y equilibradamente -como lo recomienda la ciencia- sea una verdadera broma utópica y socialcomunista. Hoy engullimos lo que podemos comprar con los salarios de hambre que recibimos. También controlados por un régimen corrupto, que se apropia de la mayor tajada y le lanza las migajas al pueblo. En tanto, la élite dominante -asesorada por nutriólogos- goza de los placeres de la mejor carne, debidamente acompañada de manjares y vinos que les sirven en sus tres banquetes diarios.
Mientras aquellos comen a pedir de boca y a cuerpo de rey, las grandes mayorías ven desaparecer su masa muscular y su salud. Puede decirse que el régimen convirtió en una tortura todo lo que tiene que ver con la comida. Porque resulta inaccesible aún para quienes trabajan. Sólo hay que imaginar a un cabeza de familia desempleado, con niños y ancianos a su cargo. Sin duda el tormento es grande, porque es un castigo escuchar el llanto de un hijo, a quien no puedes darle un plato de comida.
Venezuela no tiene 30 millones de habitantes, pues han sido expulsados más de 8 millones, a lo que debe sumársele el número de muertes como consecuencia de la hambruna que ha inundado ciudades, villorrios y caseríos. A lo que es menester adicionar la cantidad de decesos por la pandemia, que fueron muchos más de lo que informó Delcy Rodríguez. También se incrementó el número de femicidios, infanticidios y asesinatos de ancianos, mientras otros han muerto en soledad, abandonados por todos. Así mismo, la violencia se ha llevado a miles de jóvenes excluidos y hambrientos, que sólo ve alguna oportunidad de sobrevivir en el mundo del delito.
El denominador común en cada una de estas situaciones es la precariedad, que se traduce en la falta de recursos para cubrir la elemental necesidad de comer. Por lo que debemos declarar la urgencia por hambruna, y organizar un equipo de científicos en bromatología, con el objetivo de investigar cuál es la alimentación adecuada para curar la desnutrición y escualidez, convertidas en epidemia entre los venezolanos.
Agridulces
En los últimos 20 años han sido cerrados 408 medios de comunicación, pero la radio se ha llevado la peor parte, al ser sacadas del aire 285 emisoras. Un récord de la hegemonía comunicacional, que se beneficia de la desolación informativa que perpetra.