miércoles, 17 abril 2024
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Negociar desde Nuevo México

Esto tiene varios años y no hay novedad. Lo que sigue estableciéndose hoy, notoriamente, es la comprobación de cómo el modelo político de la revolución inutiliza y envilece la dinámica de las poblaciones del estado Bolívar. | Foto William Urdaneta

@OttoJansen

¿Cómo negociar con los secuestradores si al final se han de pagar las consecuencias, buenas o malas, cuando los sujetos controlan a placer el territorio de los acontecimientos? Es materia para los especialistas, que sí saben de modelos o escenarios en este tipo de eventos. Pero parece lógico pensar que quien está secuestrado no puede visibilizar muchas cosas y al salir del trance quedan episodios oscuros o simplemente desgarradores. En el caso de una nación, como lo padecemos en Venezuela, poco a poco tendremos la oportunidad de entender cómo son estos procesos y dónde, avances mediante, es posible igual pensar que muchas de las situaciones de fondo no tendrán resolución rápida. Sin embargo, pensamos, es obligatorio pasar por el requisito de la negociación: es menester para evaluar no solo desde la especulación los cauces de un futuro que ya es diferente. Es imprescindible otorgar un halo de esperanzas sin la rumiante amargura posible a lo que se ventila en la hermana república de México.

Ahora la atención que enfocamos la dirigimos a secuestros más cercanos pero no por eso menos tenebrosos en nuestro estado Bolívar, en que el hampa entremezclada de actores que supuestamente operan en la ley y los que claramente no vienen implementando en la población, epicentro de la distorsión minera. Comenta un residente del pueblo que este ha perdido la imagen de terruño trabajador artesanal y artístico con la presencia del delito, que tiene manifestaciones cada vez más graves. Ilustra el amigo que sectores de muchos años, otrora espectáculo para el visitante como las añejas casas de influencia caribeñas, ahora no solo están arropadas por el polvo rojo de toda la vida, sino que igualmente el paisaje actual cuenta con la amenaza omnipresente de las bandas de antisociales que cada cierto tiempo se reinventan con más saña en la actual coyuntura de anarquía.

Esto tiene varios años y no hay novedad. Lo que sigue estableciéndose hoy, notoriamente, es la comprobación de cómo el modelo político de la revolución inutiliza y envilece la dinámica de las poblaciones del estado Bolívar.

La montaña es la guarida: la escuela, el olvido

Asesinatos, secuestros, intimidación, amenazas, todo se naturaliza. El futuro no existe como compendio de esfuerzos, de calidad de vida, de promoción social o profesional. Lo tétrico se impone y ante ello el pragmatismo más crudo; el sentido de la sobrevivencia construye un ambiente de “satisfacción” inmediata o directa, en la que no importa arrollar lo que sea y practicar lo que se considere. Por ello es fácil entonces pasar del delito simple, la trampa, la estafa a eventos de envergadura en la que se juega a aplastar el destino de los otros. Ese es el laboratorio más primitivo que tenemos en El Callao, que tiene en los jóvenes su principal semilla de reproducción, pero que se expande con las características que aportan las urbes a toda la Guayana extensa.

En El Perú, sector del municipio en referencia, ahora secuestrado por las mafias que se nutren del extractivismo minero, se encuentra una comunidad llamada Nuevo México. El amigo que describe la geografía del pueblo y las circunstancias de estos últimos años cuenta que en Nuevo México, pegada a las faldas de las montañas, refugio de “trenes” y del poder de pranes, se encuentra una escuela. “La José Solano”, me dice. En el olvido, como ocurre con el sistema educativo del municipio, de la región y del país. Nadie se pregunta por los niños; ninguno tiene que ver con los docentes. Es el mejor cuadro, pensamos nosotros, para describir un pueblo pero también un país, que se lo traga la oscuridad, pese a los esfuerzos (que existen) pero que son una gota en medio de un océano de complicidades. Nuestros políticos tradicionales y jóvenes de Guayana están contagiados de insensibilidad, inmediatez, ignorancia y falta de manejo del “contexto histórico inmediato: carcomidos por ese atraso bárbaro en conceptos de la República, la democracia y los derechos. No tienen capacidad de pertenencia ni apego. La pretendida libertad se basa en la ausencia de responsabilidad en la que todo es posible, incluso aplastar, o asesinar en nombre de ella. Es la decapitación de las ideas que imposibilita sueños de transformaciones. El rayo de luz, tanto en las negociaciones del México lindo y querido como en el Nuevo México de El Callao, es la sociedad civil con el coraje que ha demostrado por sus anhelos, frente a una pesadilla prolongada a la que, como el amigo que nos relata sus angustias, no quiere rendirse. Esa sociedad guayanesa que puede entender que no es satisfacer vanidades de partidos gastados, no es animar elecciones que no eligen o ser cómplices de negociados. Impulsar la vida, la educación, la juventud y sus derechos es organizarse con determinación, pericia y autenticidad en el tiempo que sea necesario para superar el modelo totalitario que secuestra con sus aliados, masacra y vuelve harapos la vida.