viernes, 29 marzo 2024
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Guaidó en Guayana: respuestas a la incertidumbre

El acto fue bueno y entusiasta. Sin dejar pasar por alto que esa comunidad ha protagonizado espectaculares muestras de apoyo y que ahora pudo contar con mayor presencia ciudadana.

@OttoJansen

En un contexto nacional, que el estado Bolívar tiende a reproducir, de desentenderse de la existencia de un régimen dictatorial, la visita, la semana pasada, de Juan Guaidó a la región como presidente de la Asamblea Nacional legitima y con la vapuleada aunque constitucional figura de presidente interino, era inevitable que suscitara preguntas en los guayaneses, sumadas a la gruesa incertidumbre por la que atraviesan los factores democráticos del país.

El enfoque de los medios coincidió en la relevancia de algunos aspectos de particular importancia política: el punto de unas posibles elecciones primarias, que recalcó Guaidó, cuando en Guayana, en otra ocasión, esa instancia no fue óbice para el surgimiento de candidaturas supuestamente opositoras fuera de los acuerdos, y en la ausencia de los partidos del G4 (solo estuvo una parte de VP) en el acto de las instalaciones de la iglesia Nuestra Señora de Coromoto, en Los Olivos, Puerto Ordaz. Dato importante por cuanto las comunidades han sido testigos de trompadas, en varios eventos, entre los dirigentes partidistas por aparecer en las tarimas. Es la descripción de un cierto ánimo general de Ciudad Guayana y de la región, no le quitamos valor a esa percepción que refleja escepticismo frente al ejercicio político: un gobierno responsable de la debacle económica y de atropellos a los derechos humanos o frente a organizaciones “democráticas” que no alientan luchas, ni compromisos y que regularmente se explayan en carantoñas con los gobernantes locales, ignorando los males de la ciudadanía harta. Pero hay que decir, en honor a la verdad, que para los sectores guayacitanos, la visita, sin mayor difusión, producto de los elementos propios de amenazas y persecuciones que sufre Juan Guaidó y su equipo, tuvo eco en el interés de la gente. ¿Qué viene a decir? ¿Puede la oposición levantar expectativas de triunfo en un proceso electoral presidencial que se dice incluso antes del 2024 y donde la usurpación repite el guión conocido de instituciones controladas?

El acto, desde el punto de vista de la asistencia, fue bueno y entusiasta. Sin dejar pasar por alto que esa comunidad ha realizado espectaculares muestras de apoyo a la alternativa democrática y que pudo contar con mayor presencia ciudadana, si el conjunto de los convocantes no tuviesen, como es evidente, debilidades en la conexión social con los sectores de Ciudad Guayana. Eso tendrán que evaluarlo, pero el acto fue más que aceptable. Ahora la actividad del pasado 29 de abril dejó claro (ganancia de la gira) que Juan Guaidó imprime una energía y una actitud de impugnación a la que los jóvenes (el número de muchachos presentes es otra ganancia, en un sector desmovilizado por la inmigración) no son indiferentes. Queda claro que es un político convencido, por lo que se ve, en hilvanar un discurso de estímulo de significación al ideal de la democracia. Un mensaje articulado y cuestionador de la dictadura chavista que avanza. Haciéndolo en un instante que para los “líderes” opositores de los partidos en Guayana, por ejemplo, importan más los cálculos personales y grupales que las amenazas del control totalitario y la pérdida definitiva de la libertad.

Si el gobierno ataca, no podemos dejarlo tranquilo 

Hay que destacar, como un aspecto de relevancia, que la estrategia Guaidó sigue teniendo -por lo que observamos- espacios de gran mesura (parece guardar más que lo que dice) ante el devenir de los hechos políticos venezolanos: conducta de organizaciones y personalidades, ataques desde las propias filas opositoras, las trampas, persecuciones y prisiones con la que se mueve el gobierno, acciones de apoyo de la comunidad internacional; como también lo referido a la posibilidad de concretar la unidad de los factores democráticos en esas circunstancias. Obstáculos enormes que infiere con agudeza la mayoría de la población.

Dentro de esos silencios, más dedicado al análisis, suponemos, está la evaluación de las condiciones estructurales de este extenso estado Bolívar, cuya realidad está muy distante al tiempo en que Guaidó conoció a las empresas básicas, o al que llegó a venir como responsable de organización de Voluntad Popular. Entiendo que se reunió con un grupo de profesionales y personalidades en atención a las hoy discutidas redefiniciones del proyecto industrial. En el discurso en la reunión con los trabajadores, del 30 de abril en el Colegio de Ingenieros, habló sobre la recuperación de las empresas y del papel de quienes las integran, pero siempre enfatizando que la tarea de ganar la democracia tiene que ser de todos. Lo que conocemos de los entretelones. Estos, que en el bochinche y piraterías del espectro político regional (derivado de los ejemplos nacionales), en muchas circunstancias del drama de Venezuela, explican mejor las complejidades que no puede el discurso formal. En las horas que estuvo Guaidó en Ciudad Guayana no hubo personaje de partidos políticos (empezando por los que antes no habían asistido), de sectores de la ciudad y hasta algunos funcionarios del régimen, que no se reunieran en privado con él. Sería por esto último que el PSUV, que ha intentado ignorarlo, publicó una nota de prensa repudiando la gira. El líder nacional, a lo largo de los encuentros siempre insistió: no puede haber concesiones hasta no tener elecciones libres y justas. Un espectador en voz alta resumió: “Si el gobierno nos ataca, nosotros tampoco debemos dejarlo tranquilo”. Nadie se rinde.