viernes, 29 marzo 2024
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Comisión Nacional de Primarias, ¿emoción o reinicio?

Quizás una gran contribución de la Comisión Electoral de Primarias sea de propiciar un proceso que los comicios opositores exclusivamente no van a resolver.

@OttoJansen

En el duro panorama político nacional no existen casi hechos trascendentes ocurriendo a la vez; paradójicamente hay gran cantidad de incidentes que atomizan la manipulada opinión pública. En las regiones se impone con total desparpajo la propaganda oficial como información, sin que por cierto haga mella en la población, más que en la creencia de los propios voceros revolucionarios que engolosinan su influencia, confundiendo la realidad cada vez más dramática. En ese cuadro espeso y lleno de dudas se anuncia la integración de la Comisión Nacional de las Primarias opositoras democráticas, que viene, por sobre las inconformidades que podemos tener con ese mundo de los actuales partidos políticos, a ser una noticia de interés, con posibilidades significativas de incentivar el reinicio al proceso de solidez, coherencia y fuerzas a la franja ciudadana convencida de ineludibles transformaciones para Venezuela.

Como alguien apuntó en las redes sociales, se trata de una comisión encargada de llevar a buen término un proceso electoral que elegirá al candidato presidencial unitario y no otra cosa; es decir, no es una comisión para un programa político, ni nada por el estilo. Ahora es innegable que su conformación, con respetables venezolanos, hace que las expectativas proyecten en el imaginario nacional, un espacio de decencia y seriedad que no se cuenta a primera vista en la esfera de los partidos (descalificados y pendientes de sus inmediatos cálculos personales o grupales), enmarcándose su papel en algo más allá de las funciones de una común comisión electoral. Esta visión debe, sin embargo, por el bien de las luchas planteadas, explicarse en lo que es, en lo que puede contribuir, para que no ocurra como ha pasado que a cada proceso de propuesta movilizadora a los venezolanos se le otorgan expectativas sobredimensionadas, que luego por errores propios o por la saña de las acciones del régimen; lo que se ha hecho positivamente se olvida y hasta se descalifica sin importar sus lecciones. Ya en años anteriores, que parecen poco, pero que no lo son y donde bastante agua ha corrido; en el desenvolvimiento de las campañas electorales del estado Bolívar pudimos vivir los espejismos y experiencias de ese combate por la libertad que sigue su tormentoso camino.

Eran aquellos momentos en los que parecía que la inercia de las leyes democráticas se impondrían por sí solas y el voto mayoritario aseguraba la voluntad soberana, era posible, según se percibía, derrotar con la fuerza popular al modelo autoritario, y este, “resignado” ante el altar del mandato sagrado de las votaciones, entregaría el poder político. En esas citas electorales, el mensaje del pensamiento opositor, con la emoción por las convocatorias a los actos y coloridas caminatas, era igual a entenderla como la presión del pueblo per se. Podía observarse -siempre hablando de Guayana-cómo los grupos de la población movilizados eran insuficientes en la convocatoria a los sectores sociales para la tarea de enfrentar al Estado-partido-Gobierno. Comprobado la inutilidad del espejismo vinieron las grandes marchas nacionales de indignación de los años 2017-2018, pero ese es otro capítulo. 

Espacio ciudadano y lucha civilista

Quizás una gran contribución de la Comisión Electoral de Primarias sea de propiciar un proceso que los comicios opositores exclusivamente no van a resolver. “El descrédito crónico” de dirigencias y organizaciones políticas, en casos tan significativos como el estado Bolívar, donde hay una amplio historial de negociados entre personeros opositores y los gobiernos del PSUV, nada que no sea el secuestro de las luchas podrá producirse con conocidos representantes que seguirán dictando directrices al candidato que la Comisión Electoral de Primarias le levante el brazo. Nada que no pueda ser la permanencia a concesiones de la ética y principios, con estos señores “dueños” de partidos puede tener vínculo con las transformaciones que dejen superadas las tragedias de los guayaneses.

Hoy, es coincidencia general que la ciudadanía se encuentra en el trámite de saber diferenciar los maquillajes de la politiquería y la corrupción con las nuevas realidades y los imprescindibles nuevos actores políticos que tienen que empezar a sembrarse con el propósito de hacer realidad el coraje democrático y civilista para las etapas que vienen. Esa es la apuesta que puede entusiasmar a una población lacerada por el hambre y la descomposición de todo orden. Relanzar la confianza, el espíritu de resistencia, propiciar con su ejemplaridad, permitirá reiniciar el plan del combate firme por la libertad y el rescate del orden constitucional. De este modo es posible tener mayor pulso en prever el tiempo de derrota a esta ola de embustes y demencias, corruptelas y supercherías que es el farsante y fracasado modelo revolucionario.

Se entiende, pasados los años en que ha habido sorpresas de toda naturaleza por el voluntarismo o ingenuidad pagado con vidas y prisiones, que no es “la fiesta electoral” por ella misma la que producirá los triunfos. La emoción tiene que traducirse en la construcción de un gran movimiento ciudadano. Las elecciones primarias son un trampolín hacia niveles de calidad de dirección. No por ello, el régimen dejará de actuar con ventajismo y violencias; no por esto actores políticos y económicos que han hecho guiños y guisos con la revolución bolivariana no dejarán de ser obstáculos para el cambio. Es menester: ¡Avanzar por encima de las tumbas!