lunes, 2 diciembre 2024
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Arrancaron las primarias

La visión de ella sobre el tema radica en fortalecer el aparato productivo, sin embargo, Capriles argumenta lo que considera su ventaja, al afirmar que él es más cercano a los electores en su lenguaje y en sus anhelos.

En estos días de inicio de las primarias quise escuchar las entrevistas que realizó Efecto Cocuyo a quienes se están postulando como candidatos. Las preguntas estaban diseñadas para que ellos se presentaran y expusieran sus ofertas ante los ciudadanos que han de votar el 22 de octubre. En ese marco controlado de entrevista, difícilmente hubiese ocurrido una sorpresa o improvisación, lo que hace suponer que cada uno de los candidatos venía preparado para el encuentro. En esta oportunidad voy a comentar sobre dos participantes, María Corina Machado y Henrique Capriles. En la próxima entrega haré una segunda parte.

María Corina Machado, quien al parecer está punteando las encuestas, se notó risueña, abierta en su expresión, andaba con su mejor aura. Cuando le preguntaron sobre sus compañeros de contienda, prácticamente dijo lo mismo sobre todos y cada uno de ellos, todo bien, todo perfecto, pero desperdició una oportunidad de que conociéramos más los matices de esas relaciones. Ocurre que ella prefiere no soltar prenda, no arriesgar una mínima palabra que fuese a rebotar y extenderse descontroladamente por segundos en esa autopista publicitaria llamada las redes. Además, la asepsia de su mensaje también se explica puesto que ella está bien posicionada con los números y no quiere compartir la tarima con sus competidores. Hasta ahora, tal disciplina le ha funcionado para definir su postura política y que no la confundan con más nadie en su carrera por el poder, sin embargo, por eso mismo sus entrevistas se pueden tornar aburridas. Distinto es cuando ella habla ampliamente de sus metas, pues eso nos dice como audiencia qué y cómo concibe la solución de los problemas, como, por ejemplo, su insistencia en la creación de empleos productivos. Lo que sí se puede decir es que María Corina es una persona con determinación para llevar a cabo sus proyectos más preciados.

En cambio, fue muy distinto el desempeño de Henrique Capriles en esta entrevista de la serie. Apeló a su óptica de la función pública y realzó sus logros como gobernador, especialmente en relación con las escuelas, y de cómo obtuvo resultados a pesar del saboteo incesante del régimen. Está ciertamente entrenado para torear los ataques, porque ante la única pregunta “sorpresa”, supo usar la cámara para ser enfático ante el origen falso de los rumores sobre él y Odebrecht. Ojalá le hubiesen dado más preguntas incómodas que, en todo caso, le hubiesen dado la oportunidad de explicarse, porque sus zigzagueos no son para menos. Las dudas van y vienen.

A Henrique se le nota entrenado en las lides de campaña, y sabe que debe jugárselas cuando le toca su turno. Cuando le preguntaron sobre María Corina, respondió que ella no habla de la pobreza y de los sectores más golpeados, sino que su mensaje se dirige a la clase alta. Se supone que a él le toca desmejorar la posición de su rival, quien ya está aventajada en comparación con el resto. Además, estas primarias son una contienda para las presidenciales. La respuesta de ella ocurrió después en otra entrevista donde Machado acusó a Capriles de estar recurriendo a la división y el odio, una estrategia del chavismo desde el inicio. Ella no deja de tener razón, pues una cosa es el eslogan de la pobreza y otra distinta el cómo se concibe en la conducción del Estado. Como mecha para el revanchismo, los mensajes a favor de los pobres han estado teñidos de manipulaciones, mentiras y casi de todo, menos de soluciones reales. La visión de ella sobre el tema radica en fortalecer el aparato productivo, sin embargo, Capriles argumenta lo que considera su ventaja, al afirmar que él es más cercano a los electores en su lenguaje y en sus anhelos. De alguna manera, su rival le está señalando un posible vacío conceptual en sus estrategias y su comunicación política. Queda de ella y su equipo.

Pienso que, en general, aún se necesita revisar y sustentar el concepto de pobreza en su conjunto. Estoy de acuerdo con ella en que no se debe continuar con esquemas desgastados que mantienen al país en el retraso, pero una cosa es cierta: el ciudadano debe conocer su lugar y su tarea en esa ruta propuesta para solventar la miseria.

Corrección de mi columna anterior La guabina no paga: el apellido del diplomático que mencioné en mi columna es Araud. Su nombre completo Gérard Araud. Mis disculpas.