jueves, 28 marzo 2024
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Anotaciones para buscarse un amante

Harold Pinter, premio Nobel de Literatura en 2005, ataca los convencionalismos sociales planteando a esta pareja que dice seguir enamorada pero se divierte siendo infiel.

@francescadiazm

No es novedad que las relaciones maritales pueden terminar siendo tediosas. Lo que en algún momento nos encantaba de nuestra pareja, luego parece tomar el tinte de la cotidianidad: displicente y anodino.

El matrimonio parece un cuento de hadas, pero muchos fracasan debido a la modorra que produce hacer exactamente lo mismo todos los días. Se han popularizado las relaciones abiertas y la infidelidad es un mal que ha existido desde el principio de los tiempos junto con el debate de si el ser humano nació para ser monógamo o polígamo.

Harold Pinter fue un dramaturgo inglés, nacido en Londres, en 1930). Estudió Arte Dramático en la Royal Academy of Dramatic Art. Fue él quien escribió El amante, obra que se estrenaría en 1963 en televisión. Un solo acto y un reparto de tres personajes.

La obra nos narra las desventuras de Sarah y Richard, un matrimonio de clase alta, hastiado de la tranquilidad conyugal. Todo parece ser convencional, hasta que la mujer empieza a interrogar a su esposo sobre su amante hasta que ambos confiesan que son infieles. Sin embargo, ella parece tener una buena relación con su amante y él define a su devaneo como “una prostituta”.

El ganador del Nobel de Literatura (2005) ataca los convencionalismos sociales planteando a esta pareja, que parece seguir enamorada pero se divierte siendo infiel. El autor juega con la psicología de la audiencia los primeros minutos, hasta que somos testigos de que se trata de un descarado juego de roles que aviva la pasión de los implicados.

La obra ha sido recreada varias veces en este siglo, siempre poniendo sobre la mesa la pregunta: ¿quién no querría un amante?

El descaro y la fuerza de los diálogos cobra vida en una obra teatral que no rebasa las dos horas. Un John, con una participación mínimo es la tercera rueda que sostiene el argumento del escritor inglés.

Harold Pinter fue un dramaturgo del teatro del absurdo; en esta obra las personas juegan dos papeles: esposo y amante. De esta manera, el escritor expresa de forma lacónica una sátira contra las relaciones “perfectas” de las altas clases sociales, muy al puro estilo de Wilde, es decir, retratando las hipocresías y dotando a sus personajes de realidad.

Amante comparte un origen morfológico con la palabra amor. ¿El amor puede cansar? Solo si sus partícipes dejan que muera. Esa es la moraleja de la historia que cuenta el autor, en la que dota a sus personajes de sensualidad e interés por no dejar morir la llama que los une a su pareja.

Es muy común oír que hay muchos divorcios, que los matrimonios ya no son tan duraderos como antes. Algunos se lo atribuyen al feminismo, a la pérdida de valores. En mi opinión, se debe a la normalización del divorcio y a la importancia que ha cobrado para la sociedad moderna el ser felices. El siglo pasado catalogaba de hedonista el buscar la felicidad a toda costa, cuidar un montón de tradiciones que al final nadie respetaba. Entre otras cosas, el divorcio era tabú. Muy mal visto aún más si eras una mujer.

Esta generación tiene una constante búsqueda por la realización y felicidad. Sin embargo, las personas no deberían ser desechables. Aunque suene cliché, amar es una decisión. Se ha unido irremediablemente el “salvar” con la palabra matrimonios, que para muchos es sinónimo de tedio.

Los matrimonios se pueden salvar pero no resucitar; debido a esto Sarah y Richard luchan por no dejarlo morir y gozan de la faceta de cotidianidad como del vuelco de sus personalidades. En su tiempo, la obra se mofaba de las convencionalidades. Trayéndola a colación, creo que hoy podría reinterpretarse como ese sentido de búsqueda e intencionalidad constante que debe constituir una pareja. ¿Quizás nos hemos vuelto poco creativos?

La obra cuenta con un aire muy fresco y moderno, pero escudriña en lo que sucede a puerta cerrada entre una pareja de casados. Una temática que pudo ser monótona y burda, pero que con un elemento diferenciador caló en la audiencia volviéndose un clásico del teatro.

El ingenio y la pasión son elementos fundamentales para que un matrimonio pueda perdurar; si todos deseamos con tener un amante, ¿por qué no hacer de nuestra pareja nuestro amante permanente? El texto es digerible y fascinante para cuestionarse la “lucha” que se hace por una relación. Entrecomillado porque si una relación se vuelve una lucha, quizás hace mucho que murió.