jueves, 12 diciembre 2024
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Ángela Merkel, canciller de Alemania

Una circunstancia valiosa en Merkel es que ella ha vivido el revés y el derecho de la costura del poder, desde su paso de la Alemania dictatorial a la reunificada. La historia da oportunidades para la sapiencia, y esa las tienen los políticos venezolanos, si es que deciden aprender de ellas.

@RinconesRosix

El pasado miércoles 18, la canciller federal de Alemania, Ángela Merkel, se dirigió a la población a través de una alocución de doce minutos. Se trata de una comunicación sin precedentes, causada por el creciente peligro de la expansión del coronavirus: “Es ist ernst” (Esto es serio), destacó. Sin embargo, tomó a los ciudadanos por sorpresa porque ella, al igual que otros líderes de su talla, no anda hablando mucho por la tele ni invadiendo la vida de la gente. Ella es de esa estirpe de los que trabajan y dejan trabajar, viven y dejan vivir y, sobre todo, porque tales eventos no le son necesarios para gobernar.

En su discurso, ella explicó la decisión de cuarentena y sus implicaciones en un sistema de libertades. Desde el primer minuto confirmó la vocación democrática de su gobierno, y puso sobre la mesa la necesaria transparencia para persuadir a los ciudadanos que era la amenaza epidémica la que obligaba a su gobierno a limitar seriamente la libertad de movimiento y de reunión. No lo dijo sólo al inicio, sino en otras tres oportunidades, y esta insistencia no se puede ver como un capricho ni un asunto de formas: por mucho que el peligro del coronavirus lo amerite, la cuarentena no deja de ser un riesgo político.

No es cualquier insistencia para una líder como ella, quien creció y se formó en medio de la represión de un Estado policial como lo fue la de la Alemania Oriental. Ella conoce los demonios que se desatan cuando hay cualquier oportunidad de disminuir los derechos de la población y no fue casual el recordatorio sobre lo que significaron esas restricciones en la primera etapa de su vida. Por esa razón, ella entretejía la idea del poder de los ciudadanos, y encumbraba la solidaridad, como la acción que decidiría el éxito de la medida. No escatimó palabras para enaltecer el ánimo de sus oyentes y decirles que “ningún ciudadano es desestimable, todos hacen falta”. Su propuesta era de ganar-ganar, y señalaba de esa manera su confianza en controlar el crecimiento del Corona.

Se ha dicho de Merkel que es una líder concentrada en resolver problemas y adaptarse a las circunstancias, por eso la califican de pragmática. No es ella seguidora de ideologías, y no se busque en sus discursos ninguna retórica altisonante o de dimensiones épicas. Pienso que identificarse con su estilo supone ya estar junto con ella al otro lado de la orilla. Le consta a ella el engaño y las fantasías delirantes en la mentalidad de las naciones. No es su calma cualquier calma. Se aferra a tierra y deja las verdaderas energías para construir, y eso lo revela igualmente en su lenguaje. Cuando ella habla, lo hace como cuando camina y sube a los podios. Emana ella tanta firmeza y naturalidad, que pareciera el ejercicio del poder una tarea fácil, un trabajo normal como cualquier otro.

Una asesora del entonces canciller de Helmut Khol, enfatizaba que si había una idea muy preciada para Merkel, era la de cambiar a Alemania y convertirla en una potencia humanística. Su postura ante la recepción de los refugiados era una de tantas respuestas que, en su parecer, Alemania le regresa al mundo. Es el humanismo la carta que ha desplegado sobre la mesa y que le ha propuesto a sus connacionales.

Hay ya algunos en Europa preocupados solo con pensar en el devenir, una vez Angela Merkel finalice su rol como canciller. Temen no poder tener un sustituto para una gobernante de su talla. Esto de los buenos líderes se me antoja a veces como una cosecha que se da o no se da, viene o no viene. Una vez Barack Obama dijo que convenía más tener a las mujeres como gobernantes, y no creo que lo haya dicho por complacencia. No es el único que lo ha pensado, y bien puede ser que la óptica femenina del poder sea especialmente conveniente en los actuales momentos. Difícil saberlo del todo. Una circunstancia valiosa en Merkel es que ella ha vivido el revés y el derecho de la costura del poder, desde su paso de la Alemania dictatorial a la reunificada. La historia da oportunidades para la sapiencia, y esa las tienen los políticos venezolanos, si es que deciden aprender de ellas.

Esta mala racha del liderazgo en general, se debe también a la corrupción de los gobiernos en varias partes del mundo, y por eso la cosecha de gobernantes de vocación ha sufrido las pestes de los viñedos. Hay una obscenidad, un mal gusto, despilfarro y pantallería que hace palidecer hasta a los peores mafiosos de otros tiempos.

Ángela Merkel está por encima de todo eso, y hay una buena razón: la confianza que se ha ganado como administradora de los bienes públicos, le viene por su modesta vida privada. Esa es ella.