domingo, 8 septiembre 2024
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Monómeros, prueba no superada

Es menester ahora procurar darle oxígeno a la empresa y someterla al cumplimiento regulatorio especializado contra la corrupción y el cohecho, lavado y terrorismo con una gerencia capaz y transparente.

Sin lugar a dudas, Monómeros constituye un elemento en el que no podemos coincidir con el gobierno interino de Juan Guaidó. Los esfuerzos realizados en 2019 por concretar una solución política a la grave tragedia venezolana tiene en esta empresa la más fresca demostración de una errática política que solo ha servido a Maduro para atornillarse en Miraflores.

De lo que nuestra clase dirigente no se ha percatado, tal vez por ignorancia supina, es que no es competencia del Poder Legislativo el manejo de Pdvsa ni de cualquier otra empresa de la República; que para hacerlo, el gobierno interino debió desarrollar una estructura de gobierno capaz (ministerios, direcciones, etcétera) para llevar las políticas correspondientes al manejo de las distintas materias. Esto suponía la existencia de un gobierno amplio, convocante de las mejores mentes y capacidades que apoyaran en la recuperación de los activos de la nación con metodología republicana, democrática y criterio de sostenibilidad.

El segundo error del gobierno interino fue no entender que el mundo ha cambiado; los viejos esquemas de corrupción han sido desplazado en la modernidad por principios de sostenibilidad; es decir, hoy los países manejan modelos de gestión anticorrupción y antilavado de activos que han servido de muro de contención a las tropelías que estos flagelos implican. Colombia es líder latinoamericano en estos modelos, reconocido incluso por: Convención Interamericana contra la Corrupción (1996), Convenio para combatir el Cohecho de Servidores Públicos Extranjeros en Transacciones Comerciales Internacionales, Convención Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo (1999), Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y Convención de Palermo (2000).

Gracias a la gestión de la Superintendencia de Sociedades de Colombia se pudo impedir que nuestra empresa fuera carne para la corrupción y el lavado. Fue una actuación apropiada y oportuna de esa institución colombiana. Ciertamente hizo pasar una gran vergüenza a nuestra dirigencia; pero su actuación a tiempo fue contundente contra el descalabro que se veía venir.

Es menester ahora procurar darle oxígeno a Monómeros y someterla al cumplimiento regulatorio especializado contra la corrupción y el cohecho, lavado, terrorismo, etcétera, con una gerencia capaz y transparente, que cumpla con las leyes del Estado colombiano y genere ingresos importantes para los venezolanos; y por supuesto, a los responsables de esta tragedia someterlos al imperio de la ley.