Américo De Grazia fue candidato a gobernador del estado Bolívar en las últimas elecciones regionales; cuando el entrevistador le preguntó su profesión -panadero- le dijo. Gente de Upata que lo vio nacer en esa villa guayanesa, lo recuerda mozalbete, repartiendo pan en bicicleta por las calles del pueblo. Sus padres vinieron de Calabria y fundaron una panadería, que a mi entender es hoy patrimonio de la ciudad. Hace muchas décadas se incendió y quedó destruida la panadería, el pueblo sintió que perdió algo muy suyo, que Rocco y María De Grazia, queridos y respetados por todos, se quedaban sin nada o con muy poco. Don Luis Melgar fue a casa de Rocco De Grazia y le dijo que construyera una nueva panadería que fuera la más moderna de Upata, que él ponía dinero necesario y que le fuera pagando como pudiera, sin cobrarle interés alguno y sin pedirle sociedad en el negocio. Y así ocurrió.
Ese relato es necesario, aprendí temprano que hay saber de dónde viene uno, y Américo por ejemplo de sus padres y por crianza es un buen hombre: cabal, honesto, trabajador, modesto y recio por estirpe. Axel Capriles ha trabajado como pocos el pícaro venezolano, el vivo, constituido por una de las taras culturales nuestras, que nos impiden entrar en la modernidad. Concuerdo con este talentoso intelectual venezolano en señalar que para casi todos en Venezuela, un hombre bueno es un pendejo. Piensan muchos venezolanos, que político o encumbrado funcionario público que no sale “acomodado” del cargo es un bolsa porque no robó. Américo salió de cada cargo público para su misma casa, para la panadería de la familia a ubicarse detrás del mostrador para atender a los upatenses que son habituales de ese café, de ese pan y del buen trato.
Américo ha sido elegido alcalde de Upata dos veces, fue director de Política de la Gobernación del estado Bolívar, ganó su curul de diputado por los llamados municipios del Sur solo, sin dinero ni maquinaria, contras las alianzas de los desgastados partidos y contra el candidato de la tolda oficialista. El prestigio de Américo le viene de su coraje civil de demócrata bien formado, de su compromiso con los sectores vulnerables, de su incansable trabajo por la biodiversidad de Guayana y por sus documentados reclamos contra las masacres y muertes de mineros en los socavones de las minas. Tiene él un trabajo de décadas promoviendo el ordenamiento territorial del estado Bolívar para que se respeten las áreas protegidas; para que una vez ordenado el territorio se asignen espacios para los pequeños mineros que, insertos en la legalidad y control ambiental, no sean pasto de atropellos y saqueos del producto de sus sudores y riesgos, porque hasta ahora conviene a los “matraqueros” que sean ilegales crónicos, huérfanos de ley que los proteja.
Américo De Grazia ha inscrito gran parte de su brega política en la urgente necesidad de que se detenga la insensata destrucción de los cursos de agua, de bosques y fauna silvestre causados por la minería depredadora, que sólo va a dejar a nuestros descendientes millares de huecos palúdicos. Américo ha sido y es la voz de la gente que habita los pueblos históricos y las comunidades indígenas de las zonas auríferas del sur de la región, sabe por sus bocas cómo se destruye también su patrimonio cultural y el espacio donde vivieron desde hace más de un siglo sus antecesores, de cómo el estar solariego se les ha convertido en un malvivir sin agua, casi sin electricidad, con el miedo en las pieles y carreteras agujereadas que hacen más largas las distancias. Ha dicho una y otra vez que la extracción minera, tal y como se ha realizado hasta ahora, ha traído a aquellos pueblos más pobreza, inseguridad, una violencia que no se conocía, abusos contra los pobladores, relajación de las costumbres, drogas y alcoholismo.
El quehacer político de Américo no es traición a la patria, no es conspiración, no es asociación para delinquir. Lo conozco desde hace décadas, fuimos compañeros de militancia y de trabajo en la Gobernación de Bolívar. Me honra que me considere su amigo. Américo es inocente, está preso desde hace cuarenta y seis días, incomunicado. Pusieron preso a una singular y honesta voz guayanesa, a un político distinto, a una conciencia.