@osalpaz
Recientemente Colombia celebró el centenario del nacimiento del doctor Álvaro Gómez Hurtado. Quien conozca algo de la vida de ese país sabrá que se trata de uno de los más ilustres y útiles hombres públicos de la historia contemporánea. Tuve la inmensa fortuna de conocerlo personalmente, de tratarlo, de atender a algunas de sus múltiples invitaciones a foros y seminarios dentro y fuera de la Universidad Sergio Arboleda para cuya creación resultó factor determinante y, en fin, puedo decir que sus enseñanzas contribuyeron a mi formación integral.
Hijo del expresidente colombiano Laureano Gómez, también lleno de controversial historia y hermano de otro gran dirigente y amigo como lo es Enrique Gómez Hurtado, actualmente residente en Cartagena por razones de salud. Varias veces los tuvimos por separado, en eventos políticos venezolanos de distinta naturaleza, pero en los que ambos exhibían su enorme valor y sus condiciones de demócratas integrales, conservadores y llenos de valores cristianos básicos, esencia de nuestra verdadera razón de ser.
Entre muchas otras cosas, Álvaro fue copresidente de la Asamblea Constituyente que elaboró la Constitución Política de 1991. Un aporte sustancial para la paz y el progreso institucional de una Colombia en grave peligro de desmoronamiento institucional y, de hecho, de una guerra civil a la cual no se le veía final.
Fue secuestrado en mayo de 1988 por efectivos del M-19. Los dos meses de cautiverio fueron de intensa angustia para nosotros. Desde la distancia seguíamos los acontecimientos hasta llegar a lo peor e irremediable. El 2 de noviembre de 1995, bajo el mandato presidencial de Ernesto Samper con quien estaba definitiva e irreversiblemente enfrentado, fue asesinado a balazos en la entrada de la Universidad Sergio Arboleda. Aún hay muchas sombras sobre este terrible crimen que privó a Colombia de uno de sus más lúcidos talentos.
Tengo nueve años sin poder ir a Colombia, sin salir del país, debido a una decisión “judicial” que me impuso la prohibición por dos años. El tiempo ha transcurrido y el Derecho en Venezuela desapareció hace rato por lo que estoy privado de mis derechos fundamentales sin que nadie responda por esto. Todo está vinculado al gravísimo problema del narcotráfico, a las estructuras del crimen organizado cuyos tentáculos actúan como locales tanto en Colombia como en Venezuela.
Pero en Venezuela está llegando la hora de la liberación nacional. La tiranía socialista que gobierna desde hace veinte años se tambalea. Fuertes vientos de cambio se sienten por los cuatro puntos cardinales y un país en proceso de calculada destrucción se levanta para poner punto final a este desastre. Nuestra gratitud hacia el presidente Iván Duque y hacia todos los amigos colombianos, hermanos y solidarios.