El 23 de enero de 1958 no ocurrió un caracazo ni se le puede equiparar con el 4 de febrero de 1992. Aquel día del primer mes de 1958 fue precedido por importantes eventos regionales y nacionales que hicieron girar la rueda de la historia. En el continente se celebraron elecciones en Perú, que el general Manuel Odría aceptó para facilitar un cambio de gobierno, el asesinato de Anastasio Somoza García en Nicaragua y el de Carlos Castillo Armas en Guatemala. También el derrocamiento de J. D. Perón quien encontró refugio en Caracas, la caída del dictador colombiano Gustavo Rojas Pinilla y la ruptura de relaciones con Chile y Argentina, son acontecimientos que marcarán el futuro inmediato de Venezuela. Y las primeras señales se hacen oír desde el púlpito, con la pastoral del arzobispo de Caracas, Rafael Arias Blanco, difundida el 1 de mayo de 1957.
En los primeros meses de aquel año, la dictadura enfrenta la agitación social con la prisión de Rafael Caldera, detenciones y allanamientos y la denuncia de conspiraciones y atentados. Algo muy propio de los regímenes totalitarios: conspiranoicos por naturaleza. A lo que debe añadirse un deterioro de la situación económica -que luego de la abundancia inicial- entra en un proceso deficitario debido a dificultades fiscales, por el impago a quienes proporcionaban los materiales para las obras públicas. Esas que los nostálgicos del perezjimenismo te restriegan en la cara, cada vez que defienden a “su general”.
Otro aspecto destacado por Ramón J. Velásquez tiene que ver con el entorno militar. Pues Pérez Jiménez se presentaba como vocero de las FAN, pero en la institución castrense sentían que éste se había deslindado de las fuerzas armadas para convertirse en la cabeza de un “régimen tiránico, personalista y policial”. Además se le cuestiona que sus más cercanos asesores sean dos civiles: Laureano Vallenilla y Pedro Estrada. Los mismos que fueron expulsados por presiones de la cúpula militar, lo que algunos historiadores califican como la primera fractura de aquella tiranía.
Tampoco las nuevas promociones del ejército de la armada, la aviación y la guardia nacional se sentían representadas en y por aquel régimen dictatorial. Lo que constituyó un elemento fundamental para que el derrocamiento de Pérez Jiménez se pergeñara en los cuarteles, y se considere un movimiento, esencialmente, militar de botas y charreteras, tal como lo afirma el profesor Elías Pino Iturrieta.
Pero los civiles también tuvieron su papel en la caída del tirano. Que se hace ostensible a partir de mayo de 1957 con la pastoral del arzobispo Arias Blanco. En junio se funda la Junta Patriótica con representación de los partidos de oposición: Acción Democrática, Copei, Partido Comunista y Unión Republicana Democrática. Entre sus objetivos está oponerse a la reelección de Pérez Jiménez y luchar por un gobierno democrático respetuoso de las libertades ciudadanas. El 15 de septiembre se publica un manifiesto que lleva por título Carta Pública de la Junta Patriótica al Congreso Nacional, que exige la promulgación de una ley electoral, genuinamente, democrática.
Esta última petición la responde el tirano con un mensaje especial al Congreso el 4 de noviembre. Allí anuncia que la elección presidencial será realizada mediante un plebiscito, refrendado por un Consejo Supremo Electoral que se instaló el 15 de noviembre. Dos días después los estudiantes de la UCV se declaran en huelga contra el plebiscito, y el 18 la policía y la muy temida Seguridad Nacional asaltan el alma mater y detienen a más de 200 estudiantes y profesores. Lo que provoca otras manifestaciones de liceístas en Caracas,
El 20 de diciembre de 1957 el dictador es proclamado presidente de la república por un ente electoral ad hoc. Y el 29 la Junta Patriótica exhorta a las Fuerzas Armadas a cumplir con sus deberes de velar y hacer respetar la Constitución. Muchos venezolanos no celebraron aquel fin de año del 57, porque la expectativa y el estado de alerta deben haber sido mayúsculos, entre un importante número de los 8 millones de almas que poblaban este territorio.
El 1 de enero de 1958 se inicia con el estallido de un movimiento militar en Maracay, que se rinde el otro día. El 4 la Junta Patriótica difunde un manifiesto titulado Pueblo y Ejército unidos contra la usurpación. El 5, el tirano ordena la detención de numerosos oficiales y anuncia un cambio de gabinete, con su autodesignación como ministro de la Defensa. El 21, la prensa inicia una huelga que se hace general. El 23, las FAN se suman al movimiento contra la dictadura y Pérez Jiménez huye del país y es sustituido por una Junta Militar, presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto.
Agridulces
Larrazábal simpatizó con la guerrilla castrocomunista, por eso le donó un lote de FAL a los barbudos que habían tomado Sierra Maestra. Se lo dijo Fidel a Américo Martín y el dato aparece en sus memorias. Pág.167.