jueves, 28 marzo 2024
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Más intervencionismo laboral regresivo

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Vamos a analizar algunos elementos que se vinculan con el Memorando – Circular N° 2792, documento interno dirigido por el ministro del Poder Popular del Proceso Social del Trabajo a subalternos en el área de Derechos y Relaciones Laborales, desde la viceministra y toda la cadena supervisora hasta los niveles operativos, además a los directores estatales del propio ministerio, inspectorías y procuradurías, en fin el área que constituye la columna vertebral de un Ministerio del Trabajo en cualquier país.

Se ubica este memorando en el marco del llamado Programa de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica de la República Bolivariana de Venezuela. Dos meses después de su anuncio -17 agosto del 2018-, los indicadores económicos a pesar de cinco años de regresión siguen sin levantar vuelo. Analicemos en esta primera entrega algunos elementos del contexto que llevan a criticar los supuestos de la política salarial del régimen.

1. En el 2013, la economía nacional no alcanzó siquiera un crecimiento del 1%. Fue cuando entramos en recesión y, luego en los cinco años siguientes, 2014-2018, fue de continuado retroceso, al punto que hoy somos la economía del mundo que más se ha deprimido en el siglo que corre.

Lo anterior es un logro universal de los conductores del socialismo del siglo XXI; por ello cargan a cuestas la negativa fama del modelo que hoy se menciona en foros, debates y centros académicos como un milagro al revés, que luego de experimentar los efectos perniciosos del inusitado aumento de ingresos, el llamado síndrome holandés, no logran paralizar la pendiente y la catástrofe que han causado.

Lo insólito es que con las mismas maneras de dirigir el país, particularmente su economía, proponen pomposamente recuperación, crecimiento y prosperidad económica. Creemos que lo único que cabe en la presente situación es emergencia y cambios radicales de orientación política, social y económica.

En Latinoamérica y en muchos otros lugares del globo, en donde el régimen en su primera década invirtió mucho dinero en propaganda, además como no hay caja ya, los otrora amigos ven con pesar la conducción gubernamental en Venezuela. Al menos dejaron de mencionarla como alternativa.

Por supuesto que con esta depresión los sectores que dependen de su trabajo para vivir, no tienen perspectivas de preservar su calidad de vida.

2. El memorando asume que con el nuevo salario mínimo establecido a partir del 1 de septiembre, en Bs.S 1.800, el gobierno no incurre en una actuación aislada, ya que el aumento es parte de “perseguir racionalizar la justa distribución de la riqueza”. Entonces, hemos de referirnos a la creación de riqueza. Esta se ha venido a menos con la continuada depresión económica, que da lugar a tener una economía que produce la mitad de lo que producía apenas hace seis años. Entonces lo que se distribuye es más pobreza que riqueza.

Con una desigualdad, por un lado entre los niveles crematísticos, los militares, y todos los que tienen acceso a prebendas (comisiones, vehículos, bienes, divisas), que se financian con los impuestos de todos, el persistente endeudamiento y las cada vez menores exportaciones de petróleo, y por otro lado la amplia porción de la población trabajadora con ingresos cada vez más menguados por la hiperinflación.

Recordemos que al establecerse el nuevo salario mínimo en Bs.S 1.800, se acompañó de una devaluación que llevó el precio del dólar Dicom de Bs.F 250.000 a Bs.F 6.000.000, para entonces la tasa predominante en el mercado negro. Con el nuevo cono monetario, al rebajarle cinco ceros, se transformó en Bs.S 60.

Pero resulta que en menos de dos meses el mercado negro hace que el dólar ya ronde los Bs.S 200. En nuestra economía cada vez está más extendido el dólar como referente de nuestras adquisiciones. Nuestro consumo dolarizado representa un alto porcentaje de bienes y servicios, ya se nos ha encarecido en más de tres veces. La hiperinflación destruye aceleradamente nuestros ingresos y obliga a liquidar activos para sobrevivir, y aquellos que tienen ingresos en divisas, también empezaron a experimentar la pérdida de poder adquisitivo.

Una acreditada consultora observa que “la aceleración del proceso hiperinflacionario ha provocado un encarecimiento en la vida en dólares. Así, por ejemplo, en febrero era necesario recibir USD 156 para comprar la misma canasta de bienes que antes se compraban con USD 100. A medida que los niveles de inflación escalaron nuevas posiciones, esta remuneración tendría que haber ascendido hasta USD 935 en septiembre”.

3. El memorando introduce un viejo recurso del más rancio populismo al abordar la política económica y lo salarial, y referir la búsqueda de la “justa distribución de la riqueza”, por la vía de aplanar los ingresos de los trabajadores asalariados. Se menciona “la existencia de grupos privilegiados entre trabajadores…”.

Esta retórica apunta a justificar la eliminación de los normales diferenciales salariales, establecidos gradualmente en los convenios colectivos por los mismos procesos de negociaciones entre trabajadores y empresas.

Es un recurso muy rebuscado hablar de privilegios entre asalariados cubiertos por los mismos convenios colectivos. Lo que sí se deja ver en estas propuestas del régimen es continuar minando los procesos de negociaciones colectivas, que efectivamente dan espacios para la participación de los trabajadores organizados en gremios y sindicatos, y sustituirlos por procesos interventores del gobierno, muy especialmente a través de los funcionarios, generalmente partidistas, del despacho laboral. Del citado memorando, hay otros elementos que en un próximo artículo ahondaremos.

Muy razonable y esperanzador estar observando que trabajadores de las diversas actividades, regiones y orientaciones políticas, se han unido para reaccionar con abierto y amplio rechazo a estas pretensiones del régimen de seguir corrompiendo las instituciones de las relaciones laborales.