jueves, 10 octubre 2024
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La presidencia de Donald Trump en manos del Congreso de EE UU

Inicia el juicio contra el mandatario acusado de presionar a su par ucraniano para que abriera dos investigaciones: una sobre supuesta corrupción del precandidato Joe Biden y otra sobre la desacreditada teoría de que fue Kiev, no Moscú, quien interfirió en las presidenciales de 2016.

Washington.- El Senado de Estados Unidos dará comienzo este martes al juicio político contra el presidente norteamericano, Donald Trump, en el que podría ser el proceso de destitución más breve celebrado en la Cámara Alta en más de un siglo, a tenor de las reglas que ha propuesto el líder de la mayoría republicana, el senador Mitch McConnell.

A pesar de las críticas demócratas, el líder de los republicanos en el Senado ha puesto sobre la mesa unas reglas para el juicio político que implican una clara reducción del tiempo concedido a los fiscales del caso -los siete gestores demócratas designados por la Cámara de Representantes- y a la defensa legal del presidente Trump.

Tanto los siete diputados demócratas como los abogados designados por Trump, incluido el consejero legal de la Casa Blanca, Pat Cipollone, contarán con 24 horas en cada caso para exponer sus argumentos de apertura en el juicio político, un tiempo que se repartirá entre dos jornadas consecutivas, una agenda que hace prever que las sesiones podrían alargarse más de doce horas cada una si cada una de las partes hace uso del tiempo concedido.

 
El juicio estará presidido por el presidente del Tribunal Supremo y los siete diputados designados por la Cámara de Representantes que fungirán de fiscales | Foto AP
 

Según informa la CNN, las normas propuestas por McConnell para el juicio político a Trump apuntan a que este proceso en la Cámara Alta, presidido por el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, se solventará en cuestión de días, incluso con la posibilidad de que todo termine, como espera Trump, antes de que el mandatario pronuncie su discurso sobre el Estado de la Unión, el discurso político más importante del año, el 4 de febrero.

En el caso de que el Senado apruebe en su sesión de este martes las normas propuestas por McConnell, el juicio contra Trump podría convertirse en el proceso más breve celebrado contra un mandatario de Estados Unidos en el marco de un impeachment, toda vez que el del demócrata Bill Clinton se solventó en algo más de un mes (del 7 de enero al 12 de febrero de 1999) y el del también demócrata Andrew Johnson se prolongó dos meses (del 5 de marzo hasta mayo de 1868).

La atención mediática se centra ahora en la agenda que tendrá el juicio político, especialmente si los republicanos acceden a que se llame a declarar testigos de las supuestas maniobras del entorno de Trump para presionar a Ucrania para que anunciara una investigación sobre Hunter Biden por haber trabajado en el consejo de administración de una empresa gasística ucraniana.

El 51 por ciento de los estadounidenses considera que el presidente del país, Donald Trump, debería ser condenado y apartado del cargo por el Senado en el marco del juicio político (impeachment) que arranca este martes en la Cámara Alta, según un sondeo publicado por CNN.

El dato, aunque ajustado, es seis puntos superior al registrado hace un mes, cuando se realizó el último sondeo, mientras que el 45 por ciento de los estadounidenses rechaza que Trump pueda ser cesado por sus supuestas presiones a Ucrania.

Según esta encuesta, Trump goza de la aprobación del 43 por ciento de los estadounidenses, mientras que el 53 por ciento desaprueba su gestión y el 4 por ciento restante no se pronuncia. En el único apartado en el que el mandatario logra el aprobado es en el de la economía, ya que el 55 por ciento avala la gestión que está haciendo en este ámbito.

Los testigos clave

Mientras los republicanos se han mostrado reacios a llamar a declarar a testigos en el Senado, en su intento por seguir la línea marcada por Trump, que ha dicho que quiere un juicio rápido, los demócratas han dejado claro que quieren que comparezcan testigos de los hechos, empezando por John Bolton, el exasesor de Seguridad Nacional de Trump que se negó a comparecer en el impeachment en la Cámara de Representantes y que ahora ha dicho que aceptaría acudir al juicio político para aclarar todo lo que sabe.

Representante del ala más conservadora del Partido Republicano, el halcón Bolton fue uno de los más fervientes defensores de Trump en campaña y en sus primeros meses en la Casa Blanca pero en 2019 fue relevado de su cargo por sus discrepancias por Trump en temas internacionales de calado como Venezuela o Afganistán.


El último juicio político contra un presidente de Estados Unidos ocurrió en 1999 y el mandatario en cuestión era Bill Clinton
     

El otro alto cargo que los demócratas confían en que vaya a testificar en el juicio político es Rudy Giuliani, al que sitúan al frente de toda una “democracia paralela” impulsada por Trump para poder perseguir sus intereses en Ucrania. Giuliani no compareció en la investigación del impeachment en la Cámara de Representantes y mantiene que no ha cometido ninguna irregularidad, a pesar de que se han difundido documentos que demuestran que hizo gestiones para Trump presentándose como su representante en calidad de “ciudadano privado”.

En todo caso, la cuestión de si el juicio político incluye la declaración de testigos deberá dirimirse en una votación en la que bastará una mayoría simple de los 100 senadores que integran el Senado, con lo que los demócratas podrían conseguir sus pretensiones si suman cuatro parlamentarios republicanos a sus 47 votos.

Los abogados defensores no niegan las presiones a Ucrania, pero sostienen que entran dentro de la discrecionalidad del presidente en su manejo de la política exterior y la lucha contra la corrupción. La alegación de que eso constituye un abuso de poder, como sostiene el primer cargo del impeachment, es para los letrados un “invento” que permitiría al Congreso cuestionar decisiones políticas del presidente, sentando un peligroso precedente.

El juicio político estará presidido por el presidente del Tribunal Supremo de Estados Unidos y los siete diputados designados por la Cámara de Representantes ejercerán de fiscales de un proceso en el que todos los senadores deben actuar como jurado, independientemente del partido en el que militen.

El proceso de impeachment abarca la investigación y votación en la Cámara de Representantes, donde Trump fue oficialmente reprobado en diciembre, convirtiéndose así en el tercer mandatario estadounidense censurado, y el juicio político en la Cámara Alta, en el que, hasta la fecha, ningún mandatario ha llegado a ser destituido.

Por qué el juicio político

El proceso comenzó a raíz de una denuncia presentada por un oficial de Inteligencia que consideró que la llamada que realizó Donald Trump al presidente de Ucrania el 25 de julio fue un intento de presionarle para obligarle a abrir una investigación sobre los Biden, paralizando hasta entonces la entrega de más de 300 millones de dólares de ayuda militar a Kiev y aplazando la invitación para una reunión en la Casa Blanca.

Trump mantiene que es víctima de una “caza de brujas” y que su llamada fue “perfecta”, a pesar de las contradicciones que se han observado en el Gobierno desde la denuncia del funcionario anónimo por la supuesta campaña de presión a Ucrania.

La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, inició en septiembre una investigación oficial para determinar si había base jurídica para lanzar el impeachment contra el inquilino de la Casa Blanca, algo que hizo finalmente en diciembre.

Según los congresistas norteamericanos, Trump condicionó a la apertura de estas dos investigaciones una “ansiada” visita de Zelenski a la Casa Blanca y la ayuda militar que Estados Unidos da a Ucrania en el marco de la guerra en Donbas. (Con información de DPA)