La mitad de las democracias liberales del mundo está en declive, mientras los regímenes autoritarios extienden su influencia, según el informe anual del Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (International IDEA) difundido este miércoles.
Problemas como las restricciones a la libertad de expresión, la desconfianza en la legitimidad de las elecciones, el desencanto con los partidos, la corrupción y el auge de fuerzas de extrema derecha han hecho que el número de países en retroceso democrático se sitúe en su punto más alto en los últimos años y que el proceso afecte incluso a las democracias más consolidadas.
“Creo que este deterioro viene desde hace tiempo. Algunos de los factores son muy estructurales; tienen que ver con la instalación de niveles muy altos de polarización en prácticamente todos los sistemas democráticos del mundo, con el empeoramiento de los niveles de desigualdad que hacen que las sociedades se vayan disgregando”. Así lo explica a EFE el secretario general de IDEA, Kevin Casas-Zamora.
Casas-Zamora, quien habla de retos “severos” a la democracia a nivel global, alude también a “la percepción cada vez mayor, la brecha creciente entre las expectativas sociales de bienestar y las capacidades de las instituciones democráticas para satisfacerlas, particularmente en tiempos de crisis”, así como a la corrupción.
En retroceso
A los factores estructurales se suman otros de tipo coyuntural. A saber: el impacto político de la pandemia de coronavirus, la crisis económica y la guerra de Rusia contra Ucrania.
El informe global sobre el estado de la democracia resalta que el número de países moviéndose hacia el autoritarismo duplica al de los que van en sentido contrario. El reporte mide aspectos como el sistema político, los procesos electorales, control sobre el Ejecutivo, independencia judicial o medios de comunicación.
Más de 2 tercios de la población mundial vive ahora en democracias en retroceso o en regímenes autoritarios o híbridos.
Casas-Zamora explica ese fenómeno por la pérdida de capacidad de las potencias para llevar el “mensaje democrático” a otras partes. Asimismo menciona “errores monumentales”. Por ejemplo, la guerra de Irak, la crisis financiera o la experiencia “terrible” del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos; también la competencia de otros modelos como el chino.
Continente americano
Mientras Europa afronta un proceso de estancamiento democrático, en Asia-Pacífico se vive un claro retroceso y una “solidificación” del autoritarismo. Por su parte, África se mantiene “resistente” a la inestabilidad, con mejoras en países como Gambia, Níger y Zambia.
En el continente americano, un tercio de las democracias han experimentado un descenso en la calidad democrática, con países como Brasil o EE UU a la cabeza, aunque en estos 2 casos desde altos niveles.
En Estados Unidos persisten las amenazas democráticas. Quedan ilustradas en el retroceso de derechos largamente establecidos o en la polarización, que se mantiene a niveles “tan altos” como en la época de Trump, afirmó Casas-Zamora.
La herencia de los años anteriores, plasmada en la creencia en la ilegitimidad del resultado electoral y en que uno de los 2 grandes partidos sea un actor “semileal” de la democracia, convierten a este país en un caso “claramente problemático”. Sin embargo, está lejos de las puertas del “colapso democrático”.
Frente a la agudización de la “represión” en países como Nicaragua, Haití o Venezuela y el proceso “autocrático” de El Salvador, el informe sobre la democracia resalta algunos aspectos positivos. En concreto, en forma de procesos electorales y alternancia en el poder, como Colombia y Honduras.
Auge del activismo
La decadencia de las democracias liberales es un fenómeno en fase inicial. Los próximos años se presentan “muy complicados” a escala global, según Casas-Zamora.
“La resaca política de la crisis de la COVID-19 y de la guerra están apenas empezando. No hemos aprendido a lidiar de manera competente con las amenazas que acechan como la desinformación o la polarización”, aseguró.
El informe recomienda impulsar contratos sociales “más equitativos y sostenibles”. Además reformar las instituciones políticas existentes y reforzar las defensas contra el retroceso democrático y el autoritarismo.
Pese a la tendencia negativa generalizada, Casas-Zamora apunta a 2 “reservas positivas”. Específicamente, el vigor del activismo cívico y la robustez del componente electoral de la democracia; este quedó de manifiesto en la celebración con éxito de elecciones en condiciones extremas durante la pandemia.
Entre los ejemplos de activismo cívico, el informe resalta los movimientos a favor de la lucha climática o los derechos indígenas, iniciativas comunitarias sobre cuidado infantil en Asia o el impulso a las libertades reproductivas en América Latina.