El sector productivo venezolano, que hasta hace apenas meses se encontraba contra las cuerdas, empieza a vislumbrar algunos atisbos de recuperación con mayores condiciones para operar, pero en un contexto desfavorable para crecer.
Después de un año de paralización comercial por la pandemia y ante políticas más laxas por parte del Gobierno, que parece haber abandonado sus intentos por regular y asfixiar al sector privado, las condiciones están dadas para una recuperación de los irrisorios niveles de producción de los últimos años.
Sin embargo, la industria necesita de un factor clave para poder crecer, un elemento que se escapa de sus manos y que recae parcialmente en el accionar del gobierno de Nicolás Maduro: el consumo.
La actividad económica depende sustancialmente de un consumo creciente, pero en el caso de Venezuela, la producción nacional empieza a superar un consumo fuertemente golpeado por la pérdida de poder adquisitivo del venezolano.
En otras palabras, la población no tiene el dinero suficiente como para adquirir los bienes y servicios producidos en territorio nacional. Por lo tanto, la industria se ve en la obligación de contener su producción.
Esta situación es reflejada en los resultados de la Encuesta de Coyuntura Industrial del 3º Trimestre de 2021, elaborada por la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) en función de consultas con sus agremiados.
Los números detallan que ha existido un leve pero sostenido crecimiento de la utilización de la capacidad instalada de la industria venezolana este año, lo que ha permitido recuperar los niveles de 2018.
En promedio, la industria utiliza 23,3% de su capacidad instalada. Es decir, opera tan solo a 23,3% de lo que podría hacerlo con un mayor consumo y dinero para invertir.
A pesar del bajísimo porcentaje, es la mayor cifra desde el tercer trimestre de 2018. Además, 11,8% de las empresas encuestadas reporta que su utilización de la capacidad instalada es superior al 50%. En otras palabras, ese 20% no representa a todas las compañías.
En contraste, 13,2% de los encuestados afirma que solo utiliza entre el 0 y 5% de la capacidad instalada, por lo que se encuentran prácticamente inoperativas y posiblemente estén destinadas a cerrar.
La utilización de la capacidad instalada ha caído 60% desde 2008. No obstante, fue desde 2018 cuando el promedio cayó por debajo del 20% y ahora se asoma una recuperación paulatina.
Empleo y salarios repuntan levemente
De acuerdo con Conindustria, este incremento de la producción va de la mano con el bienestar social. Entre más alta sea la operatividad de las empresas, mayor será su rendimiento y, por ende, podrán incrementar el empleo y los salarios.
El sutil incremento de este año ha abierto las puertas también a una mayor remuneración para los trabajadores. De acuerdo con el presidente de Conindustria, Luigi Pisella, este gremio es el que mejor paga a sus colaboradores.
“La industria ha logrado trasladar esa ligera mejora a nuestros colaboradores. Es acá donde se tiene que hacer énfasis en que la industria nacional genera estabilidad y empleo”, destacó.
Las remuneraciones en el sector industrial han incrementado de forma sostenida a lo largo del año. El aumento se refleja en un 60% más para los obreros y operadores, en 47% para profesionales y técnicos; y en 26% para los gerentes.
En promedio, actualmente el primer grupo gana unos 124,95 dólares mensuales, el segundo unos 253,68 dólares y los cargos gerenciales son remunerados con 523,59 dólares.
Además, el empleo ha incrementado, también levemente, en las empresas grandes y medianas. La pequeña empresa, por otra parte, está sufriendo una fuga de personal importante.
El 31% de las compañías grandes reportaron que ha aumentado un poco la contratación, mientras que 24% de las medianas respondió lo mismo. En contraste, 44% de las industrias pequeñas han reportado haber perdido personal entre las respuestas “disminuyó poco” y “disminuyó mucho”.
Pequeña industria en crisis
El empleo no es el único elemento en el que la empresa pequeña ha sido perjudicada. Durante el año han recibido un fuerte impacto que les ha afectado en prácticamente todos los departamentos posibles.
Mientras que 73% de las empresas grandes y 59% de las medianas reportan un incremento de ventas este trimestre frente al mismo período del año pasado, un 65% de las pequeñas afirma que ha disminuido.
Las proyecciones de ventas para el próximo trimestre, además, son positivas para la industria grande y la mediana, mientras que 65% de la pequeña industria cree que se mantendrán y 24% que disminuirán.
Los números también reflejan una contracción importante de la inversión. El 48% de las empresas grandes y el 32% de las medianas han incrementado sus inversiones, mientras que más bien un 50% de las pequeñas las han reducido este trimestre a pesar de que la media general de la industria apunta a un crecimiento de inversiones del 14,94%.
Un contexto perjudicial para la industria
Conindustria denuncia que los esfuerzos del sector industrial son los que han hecho posible este leve aumento, aunado por una política gubernamental menos confrontacional hacia la actividad empresarial.
Sin embargo, el contexto político, gubernamental y administrativo sigue jugando en contra de la actividad industrial y al menos la mitad de las empresas encuestadas denuncian problemas causados por políticas públicas elaboradas por el Gobierno.
Entre los cinco aspectos que más impactaron en la producción, la industria resalta principalmente la baja demanda nacional, con 74,03% de encuestados destacando este factor.
“Para recuperar la economía, la gente tiene que recuperar su poder adquisitivo. Tenemos que trasladar la masa laboral pública al sector privado, con lo que se garantizará una mejor remuneración. Solo así vamos a acompañar el crecimiento que tenemos”, argumentó.
Mientras tanto 62,34% de los encuestados también destacó como factor problemático los excesivos tributos fiscales o parafiscales. Es decir, todas aquellas primas que deben pagársele al Estado o a sus funcionarios para poder mantener las operaciones. A juicio de Pisella, son altos e injustificados en la mayoría de los casos.
El tercer factor más común, con 58,44% de respuestas, fue la escasez de combustibles para transporte y otras operaciones industriales. La crisis de la gasolina y el gasoil ha afectado a las industrias y a la población general desde el inicio de la pandemia, pero las expectativas están puestas en que la situación mejore de cara a 2022.
Un 55,84% de las respuestas destacaron también la competencia de productos importados. Ya que el Gobierno implementó una política en favor de las importaciones al exonerar aranceles a miles de productos, se genera una competencia desleal en el mercado nacional.
El producto importado se vende en un precio más accesible, no aporta al fisco y perjudica las ventas de la empresa nacional que sí paga todo tipo de impuestos.
Finalmente, 54,55% resalta la precariedad de los servicios básicos. El agua, la electricidad, el teléfono, la conexión a internet y el aseo son deficientes y afectan las operaciones de las compañías, que muchas veces deben hacer inversiones adicionales para sortear estos obstáculos.
“Lo que estamos en haciendo debe transformarse en hechos. Estamos esperanzados con todos estos diálogos. Creemos y necesitamos que nuestros problemas sean resueltos. Tenemos que resolverlos el Ejecutivo y la industria, favoreciendo al ciudadano”, sostuvo.