José Jiménez, exdirector laboral y técnico de aceración de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), contrajo COVID-19 a principios de marzo, y pese a que con las semanas ha ido empeorando y sus familiares han solicitado atención médica, todavía no ha sido habilitado el seguro de hospitalización, cirugía y maternidad (HCM) por la empresa.
“Tengo el derecho divino a vivir, no quiero morir, he trabajado en CVG Sidor por 36 años, toda una vida al servicio de una industria que hoy por hoy a abandonado a sus trabajadores asalariados, obreros, clasificados y empleados. Pido auxilio, por favor, quiero vivir, es mi derecho humano”, escribió en un mensaje el trabajador.
“En casa está decayendo, no he visto mejoría”, dijo Ronald Jiménez, hijo del trabajador. Exige que su padre sea atendido en una clínica con el seguro HCM. Al tener más de 15 días contagiado temen que la COVID-19 esté afectando otros órganos, además de los pulmones. “Tiene que verlo un especialista”, pidió.
Ante la pandemia, los sidoristas dependen de ayuda de familiares, amigos y de la limitada atención que puedan recibir en los ya colapsados hospitales de la ciudad. |
Hasta este martes la empresa solo ha colaborado con la recarga de las bombonas de oxígeno y no en su totalidad. “Se está consumiendo siete cilindros diarios”, dijo Ronald. Ante lo delicada de su condición la saturación le baja a 50% y el cilindro le dura apenas cuatro horas.
La ayuda en cuanto oxígeno por parte de la estatal no ha evitado que tengan que gastar sus ahorros en la atención del COVID-19. Familiares han tenido que salir de emergencia en horas de la noche a recargar cilindros, lo que ha significado un gasto de 300 dólares. “No le puedo quitar el oxígeno (…) se levanta, camina y tiene la saturación en 45, 50”, alerta Ronald.
Denunció que ha gastado alrededor de 700 dólares en medicamentos y la empresa no los ha atendido con los insumos y los exámenes que necesita Jiménez. “He pensado hasta vender un carro, porque nos estamos quedando sin dinero prácticamente”, expresó.
Señaló que aunque el director del HCM de Sidor informó que habían conseguido un cupo en la Clínica Humana, cuando otro hijo de Jiménez fue a preguntar en la admisión del centro de salud, personal del recinto no tenía información de que su padre iba a ser ingresado.
Sin garantías de cláusula 100
Cruz Hernández, trabajador de Sidor, sostuvo que Jiménez ha recibido ayuda económica de compañeros de labores, pero no es suficiente para cubrir los gastos de atención médica que requiere.
Hernández recriminó que ni la estatal ni la CVG se han hecho responsables por la condición del trabajador y se echan la responsabilidad una a la otra sobre la atención de Jiménez. “Ellos se niegan rotundamente a darle la asistencia de acuerdo con lo establecido en nuestro contrato colectivo”, denunció.
Sidor, al igual que las demás empresas administradas por la Corporación Venezolana de Guayana no están garantizando el derecho a la salud, aunque está incluido en las convenciones colectivas.
El contrato colectivo de Sidor firmado en 2008 y el último constituido de acuerdo con la ley, establece en su cláusula 100 la creación de un fondo autoadministrado de salud, que consiste en la contratación de una póliza privada para la administración de la salud de los trabajadores, mientras creaban un sistema de salud administrado por los empleados y la empresa.
En 2016, tras la imposición de un contrato del cual se desconocieron 11 de las cláusulas y que jamás llegó en su totalidad a los trabajadores, Sidor creó un método autogestionado llamado Fondo Autoadministrado de Salud del Ministerio del Poder Popular de Industrias Básicas, Estratégicas y Socialistas (Fasmibes), en sustitución de la póliza de salud.
La medida generó una huelga de hambre en la siderúrgica y el rechazo de dirigentes sindicales quienes negaron que esa medida estuviese en los acuerdos suscritos en 2014 y que desmejoraba las condiciones de los más de 86 mil afiliados, entre empleados activos, jubilados y carga familiar.
Tras años de un retraso continuo en los beneficios laborales, persecución a los empleados y destrucción del sindicato, hoy los trabajadores se mantienen más desamparados que nunca. Ante la pandemia, los sidoristas dependen de ayuda de familiares, amigos y de la limitada atención que puedan recibir en los ya colapsados hospitales de la ciudad.