Luego de tres años casi paralizados, los trabajadores de la Cooperativa Industriales del Aluminio solicitan a CVG Venalum reactivar el convenio para la fabricación de utensilios de aluminio, suspendido desde 2019, cuando ocurrió el apagón eléctrico que paralizó las únicas 59 celdas que en ese momento estaban activas.
La cooperativa ubicada en la zona industrial Matanzas de Ciudad Guayana fue creada en 2005 con apoyo de CVG Venalum. Los 33 trabajadores que la conforman fabricaban artesanalmente 35 tipos de piezas de aluminio como parrilleras, budares, calderos, pailas, sartenes y cucharas.
Sentimos que en lugar de progresar vamos es para atrás, hemos tenido que recolectar desechos en los vertederos de basura de las empresas para fabricar algunos productos terminados. Es así que podemos mantener a nuestras familias”
Héctor Louis, vocero de la cooperativa
Los obreros construyeron un horno de fundición con apoyo de la estatal, y los desechos de aluminio que proveía Venalum eran transformados en productos terminados que luego eran distribuidos para su venta en mercados y ferias. Cuando ocurrió el apagón se detuvieron las operaciones de reducción de aluminio y la empresa dejó de despachar insumos.
Con el tiempo se reactivaron algunas celdas, pero el convenio con la cooperativa nunca más arrancó. Hasta diciembre de 2021, CVG Venalum trabajaba a 16% de su capacidad instalada. Es decir, tenía 145 celdas activas, de 905 instaladas.
38 familias afectadas
“Nosotros antes trabajábamos recolectando desechos de los patios de Venalum, pernoctábamos ahí hasta que nos mostraron este proyecto. Con el apoyo de la gerencia de desarrollo endógeno de Venalum nos capacitaron para la fabricación de productos de cocina que luego los llevamos a las comunidades y a las ferias de venta de las empresas de la CVG, y los vendíamos a un precio 30% menor al que se consigue en el mercado convencional”, relató Héctor Louis, vocero de la cooperativa.
Por la falta de materia prima, los trabajadores volvieron a la práctica de recoger desechos de los vertederos de las empresas de la zona para mantener una producción mínima de piezas.
Cuentan con cinco hornos. Uno de fundición de tres toneladas y los otros de retención para la fabricación de los instrumentos de cocina.
Los obreros sostienen que tienen capacidad para fabricar entre 600 y 800 piezas de aluminio a la semana, cuando se consigue el material. Dicen que, con apoyo de la estatal y con modificaciones a los moldes artesanales, pueden llegar a fabricar 1.500 piezas o más por semana.
“Por eso queremos hacer un llamado a todas las instituciones como CVG Venalum para que nos presten apoyo, son 38 familias que nos beneficiamos directamente con el proyecto”, dijo el vocero.
Retroceso productivo
El obrero explicó que con un kilogramo de aluminio pueden fabricar un budare que en los mercados pueden vender en seis dólares, por ejemplo. Con 20 o 30 kilos pueden fabricar entre 20 y 30 budares, pero la ganancia no es suficiente.
Es por eso que la mayoría de los miembros de la cooperativa han abandonado el proyecto: De 120 trabajadores que habían iniciado, quedan 33. “Otros han tenido que hacer otros trabajos como albañilería, delivery, o irse al campo”, dijo.
“Sentimos que en lugar de progresar vamos es para atrás, hemos tenido que recolectar desechos en los vertederos de basura de las empresas para fabricar algunos productos terminados. Es así que podemos mantener a nuestras familias”, agregó. La recolección de piezas de aluminio en vertederos los expone a ser detenidos por comercialización ilícita de material estratégico.
“Nosotros queremos tecnificar el trabajo. Hacer modificaciones a los moldes, que pasen de moldes simples a moldes de inyección artesanal y, ¿por qué no?, llegar algún día a tener una producción a escala industrial”, manifestó Carlos Campo, obrero que lleva más de 14 años trabajando para la cooperativa. “Pero parece como si los industriales del aluminio ya no existiéramos”, lamenta.