En la Semana Santa recordamos el viacrucis de Jesús, un camino doloroso y cruel, pero la semana mayor termina con la resurrección. También la escuela venezolana tiene su viacrucis hoy, con estaciones muy dolorosas, con mucha gente llevando cruces: educadores, directivos, alumnos, familias.
Jubilados y pensionados en Ciudad Guayana realizaron un viacrucis para implorar bienestar y una mejor calidad de vida para todos los venezolanos en situación de retiro, especialmente para los del grupo CVG.
¿Qué ciudadano de este país no carga hoy no una sino varias cruces? Pero también hay gente y organizaciones que están ayudando a mitigar ese peso.
El Informe El viacrucis del maestro venezolano: enseñar con pobreza y sin democracia recoge el testimonio de más de 30 educadores, sobre el estado de la infraestructura y servicios básicos en las escuelas y las dificultades del sistema de educación a distancia. | Foto William Urdaneta
A los desaparecidos del sur de Bolívar solo los buscan amigos y familiares. Aparte del vacío jurídico, el cuerpo policial encargado de investigar no cuenta con suficiente personal y con frecuencia desestima los casos. | Foto cortesía
Las cruces de la escuela venezolana no aparecieron con el Covid-19, pero esas cruces se han vuelto más pesadas. Pero después del viacrucis está la resurrección. Del camino de la cruz y de la resurrección de la educación del país trata esta columna.
Al módulo de Manoa y Vista al Sol acuden personas que residen en zonas lejanas del estado Bolívar -e incluso desde Delta Amacuro- debido a la falta de diagnóstico o medicinas en sus comunidades, y a veces no logran ser atendidos por lo que tienen que acudir a laboratorios privados para diagnosticar la enfermedad y así poder tratarse.
En 20 años de socialismo revolucionario el derecho penal ha sido la guillotina y el cadalso para silenciar a cualquiera que moleste, perturbe, incomode, irrite o impaciente a la casta privilegiada, dueña de un botín llamado Venezuela.