Cuando el Estado es quien te vigila y te quita la libertad ciudadana irrespetando el estado de derecho, no pueden formas oxidadas de acción cívica y del acostumbrado “juego político” las que sirvan de defensas a estos embates.
En sus cárceles con presos esposados, los verdugos despliegan toda su creatividad para prodigarles el mayor sufrimiento a estas víctimas que reciben la carga pesada del monopolio de la violencia.