
Daniel y Rosario son la vergüenza de Nicaragua. Él, además, pretende restarle brillo a quienes enaltecen a ese país. Les ha quitado la nacionalidad a más de doscientos.
Los amables lectores ya lo habrán deducido: cuando se habla de lo nefasto, lo negativo, de los resultados adversos, quienes usurpan el Poder en cierta república degradada a narcorrepubliqueta encabezan todos los indicadores.
El mundo vio en veinticuatro horas al futuro de Venezuela, inteligente, enérgico, inapelable y valiente, enfrentado al pasado trágico, desgraciado, repetitivo y criminal.
En lo personal estoy satisfecho con la movilización nacional del pasado 16N. Tanto en Caracas como en las ciudades del interior del país quedó establecida la clara voluntad de la nación en contra del usurpador.
La banda está armada hasta los dientes y, además, cuenta con la complicidad de ese cuerpo castrense, que se llena de orgullo cuando se autodenomina castrista, y que en un trance “patria o muerte” grita su disposición a inmolarse por su comandante en jefe.