
El brasileño es una suerte de capo, un faraute del socialcomunismo, un pran progre “formado” en la cárcel, pero que corta el bacalao a su gusto y reparte según su saber y entender.
Hernández Lárez insistió en el necesario cuidado de esas áreas y obedecen a planes de ordenamiento territorial, mientras que Venezuela “es un Estado democrático de derecho y de justicia”.