
Transcurridos cuatro años desde su entrada en vigor, los lazos sociales de la nación como soporte de la república y su experiencia institucional en lo político se encuentran y permanecen destruidos. Y como lo he dicho, sin nación no hay república y la política se hace banalidad en el teatro fingido de la democracia.
La vigencia del Estatuto original logra sostenerse con su primera reforma de 2020. Cosa distinta es, como se constata, la aprobación de la segunda reforma de 2022. Desde su versión inicial luego modificada, da lugar a un nuevo y distinto Estatuto para la Transición.