
Lo cierto es que, por el camino en el que van las cosas, el mismo hombre -varón o mujer- está dejando de ser y de ser persona. Se despersonaliza en el siglo XXI.
Ser musulmán o judeocristiano, o confucionista, se supone para Huntington como lo definitorio del nuevo marco de las relaciones globales una vez llegado el siglo XXI.