La pregunta es a quién se favorece y a quién no. Todavía estoy buscando en Shakespeare ¿o en Bertolucci? un equivalente al cinismo de Johnson contra la parlamentaria que fuera asesinada por un fanático en el 2016.
La anormalidad del poder no solo engendra al dictador que llega a convertirse en un fantasma acosado por la eternidad, sino que también altera y distorsiona la vida de los ciudadanos comunes y crea dramas familiares e individuales.