
No me cuento entre los fervorosos de las gestas guerreras. Me emociona más la heroicidad que construye. La del día a día. Esa que no tiene más monumento ecuestre que el respetable quince y último devengado con el sudor de la frente.
El gentío carece de los recursos elementales para sobrevivir, pero he aquí a semejante lisiado, mental y moral, tirando el dinero por el desaguadero de comics mal hechos, de peor gusto, en los que se auto se promueva, como ¡salvador! de la Patria.