Que una claque corrupta y narco-criminal deshonre el uniforme, corrompida por un compañero felón ya fallecido, en nada autoriza las generalizaciones. Que haya sido destruida la institucionalidad militar por aquélla, devolviendo las páginas al punto en que dominan los gamonales, mal predica que oficiales generales, superiores y subalternos, no tengan voz y espacio legítimos en el mapa del porvenir.