A Orwell le hubiese espantado saber que su obra habría de caer en la pobreza del lenguaje que a él tanto le horrorizaba. Su obra gira alrededor de cómo el poder intentará destruir la riqueza del lenguaje y así someter el pensamiento.
Lo medular de las ideas y del planteamiento está allí, en el tapete para la “apropiación debida” de los guayaneses. En un marco mil veces descrito de desmantelamiento de la población venezolana en todos los sentidos.