Ha sido un cuarto de siglo, casi, de prédica de odio sin solución de continuidad; de ofertas de freír cabezas; de los cognomentos, de escuálido, pelucón, cachorro del imperio, apátrida.
“Ni siquiera se ha ganado la consideración, que merece un pistolero como “Azuquita”, porque la “Hiena Cucuteña” está en lo más bajo del escalafón del crimen: Un lavaperros, cualquiera, del narcoterrorismo internacional.