La vida amorosa de Agustín Lara está enraizada en lo orgánico, en los celos y la desconfianza, en la violencia del mundo lupanar, en su propio dolor, pero sobre todo y por qué no decirlo, para él la mujer fue ansia de exploración y búsqueda.
El símbolo significó para ellos el medio de comunicación idóneo para que el espíritu se expresara. Los pintores del simbolismo fueron los creadores de una nueva realidad.