Es ese el castigo que entiende y por lo mismo espera ver la pareja Ortega-Murillo que se realice en quienes amenazan a su poder despótico. Volverlos trashumantes solitarios, adanes sin lugar ni sentido del tiempo, sin vínculos ni raíces salvo que admitan sujeciones y pérdidas de autonomía, es el desiderátum.
Nicaragua excarceló a 222 presos políticos la madrugada del 9 de febrero y los desterró a Estados Unidos.
Las críticas por el silencio del Vaticano y el papa Francisco no se han hecho esperar, pues hasta la fecha no ha manifestado posición ante los hechos ocurridos en contra de la Iglesia nicaragüense.
El gobierno de Ortega tildó de terroristas a los religiosos y acusa a Álvarez, de 55 años, de intentar organizar grupos violentos.