El escritor Arturo Pérez-Reverte sostiene “que no hay ningún libro inútil. Hasta el más deleznable en apariencia, hasta el libro estúpido del que no se aprende nada, tiene un rincón, en media línea, algo útil para alguien”.
Si con solo tres libros (¡y qué libros!) un lector pudo crear una puerta de esa fuerza de vértigo, calculen ustedes lo que puede generar una pequeña biblioteca personal que contenga treinta, trescientos o tres mil ejemplares.