Entre mayo y julio es temporada de la fruta. Al mango lo llaman en Maracaibo “el quitarruido”, pues calma temporalmente los sonidos intestinales típicos de cuando una persona experimenta hambre.
Los guayaneses se hastían de pedirle a Hidrobolívar que resuelva los problemas del servicio de agua y la respuesta es un rito repetido de “explicaciones” que la comunidad percibe sin verdades.
Según la Encovi 2021-2022, el 94,2% de los venezolanos es pobre de ingreso, es decir no tiene el salario para adquirir una canasta alimentaria familiar.
No es la primera vez que el gobierno oficialista hace este tipo de cambios a los símbolos de la capital, lo que cambia ahora es que estos fueron ‘elegidos’ a través de un concurso que no contó con la debida difusión en medios de comunicación.
El declive se inicia desde el momento en que se infringen las mejores leyes de la manada, y este colapso es visible y peligroso, cuando los iluminados de la nación son incapaces de contener el derrumbe moral.
Las acciones políticas enfocadas a salir del Estado secuestrado por el modelo totalitario carecen de impulso porque con propuestas apegadas a un orden constitucional inexistente es difícil observar posibilidades de lograrlo.
Tras un ajuste del tabulador vigente desde marzo los médicos ganan entre 130 y 420 bolívares según el cargo y la experiencia, esto equivale a 30 y 97 dólares al cambio oficial.
Los acuerdos Putin-Jinping sobre el Nuevo Orden Global, suscritos hace un mes, son el gran paraguas de las dictaduras del siglo XXI moldeadas hasta ayer. El “tour de force” en Ucrania es un bautizo de sangre, para dejar atrás al orden mundial que fenece.
De este modo entramos en el capítulo de la geopolítica y la guerra para desembocar en la jugada norteamericana de esta hora; aproximada, ojalá no, a dejar en vilo una sólida política de Estado en el caso de Venezuela.