
El caso de Maduro es patético. Con la nave hundiéndose, parece un náufrago delirando bajo el calor del sol. Esa es la imagen que proyecta en sus abusivas presentaciones en cadena. Enloqueció como el mismo Hugo Chávez de quien alguna vez dijimos que llegó a creerse el disfraz de cada día. Maduro hoy ya no sabe si es él o sus ropajes.