A pesar del voto en contra del Partido Socialista Obrero Español fue aprobada en el Congreso de los Diputados la resolución de reconocimiento a Edmundo González Urrutia como “presidente electo” de Venezuela.
Que estos motorizados se hayan puesto al lado de un discurso sobre reglas claras del juego y de que hay que trabajar porque los regalos son engañosos, eso es un indicio revelador.
El nombre de Begoña Gómez está en boca de quienes la defienden pero también de acusadores, que ven en ella la representación del abuso de poder en toda su tumultuosa desfachatez e inverecundia, de lo que no se salvan ni las universidades.
El detonante de este brote epistolar de Sánchez Castejón tiene que ver con Begoña Gómez Hernández. Quien ha copado las primeras páginas de la prensa española, por su inusitado talento para los más lucrativos negocios.
El PP y el PSOE, por lo visto, están llamados a liderizar juntos la forja de consensos sociales renovados tras la fractura de los afectos que domina en la escena política de la madre patria.
Difícil con Sánchez .Quiere seguir en la presidencia cargo en el que se siente cómodo aunque lo sea con dudosa legitimidad. Ha demostrado que se adapta.
La decisión de la alcaldesa de retirarse ha significado también que los socialistas del municipio no hayan conseguido encontrar a alguien que optara a ese puesto.
Con Sánchez llegó al poder un feminismo extremista y radical, que odia al hombre, a quien considera violador como lo afirmó la secretaria de Estado de Igualdad Ángela Rodríguez.
El abaratamiento democrático es lo único que explica que neomarxistas de factura paulista o poblana igualmente hayan arriado sus banderas nacionalistas y mal vistas como resabios del fascismo para sumarse al distinto ecosistema que emerge: la gobernanza digital y el ecologismo profundo.
Erigido como escudero de Pedro Sánchez acumuló enormes cuotas de poder, y hacía sentir que era intocable-infalible cuando se mostraba frente a las cámaras.