El futbolista iraní ha sido condenado este lunes a 26 años de cárcel por un tribunal revolucionario por el supuesto asesinato de tres miembros de las fuerzas de seguridad y otros dos delitos cometidos durante las protestas que sacuden el país persa desde mediados de septiembre.
El pontífice añade que “desde un punto de vista jurídico, no es necesaria” pues “la sociedad puede reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse”.