De tal suerte, que su generación y la mía -con muchas más razones- vive con un pie afincado en el libro de papel, con su carátula que anuncia y seduce, con esas páginas que podemos oler y acariciar amorosamente, mientras sólo tenemos ojos para esos textos que nos hacen amar u odiar.
Siento gran alegría por este reconocimiento a Pedro Suárez, quien además de ser un poeta a cabalidad estuvo fomentando por décadas el arte en la Villa del Yocoima sin descanso.