Ninguna “negociación” electoralista nos garantiza la libertad y el funcionamiento pleno de una verdadera democracia. Es necesario volver a los principios y valores fundamentales que nos trajeron a la lucha política. Alguien dijo alguna vez que el mejor gobierno es el que gobierna menos, pero atiende los problemas prácticos de los más necesitados. | Foto cortesía
No ha sido fácil. No lo digo por la situación del país que no lo es. Me refiero a la muerte, a la desaparición física de varios entrañables excompañeros, otros militantes activos y la mayoría, al margen de la política, entrañables amigos de toda la vida.
Ya no basta con hacer referencia exclusiva a la presencia de más de cuarenta mil cubanos que participan en áreas clave de la vida nacional. Ahora el protagonismo del mal está más diversificado. Peligros adicionales se suman a los existentes. El grueso del país los desconoce gracias, entre otras cosas, a la férrea censura sobre la información.